El olor químico fue la primera pista. Según el informe policial, un vecino de Volksrust —un pequeño poblado en la provincia sudafricana de Mpumalanga— denunció un hedor extraño que emanaba de una granja cercana. Y la llamada destapó una operación internacional: un laboratorio de metanfetaminas, operado por mexicanos, con destino final en los mercados más caros del planeta, Australia y Nueva Zelanda.
El interior de la granja —bidones plásticos, costales rasgados y tanques metálicos improvisados— recuerda a un narcolaboratorio en las serranías de Michoacán o en las afueras de Culiacán. La misma lógica de clandestinidad, precariedad y escala industrial que caracteriza a las fábricas del narco en México.
Cuando los agentes del Servicio de Policía de Sudáfrica (SAPS) irrumpieron en la propiedad, los sospechosos intentaron huir entre los arbustos. No llegaron lejos. Seis personas fueron detenidas, cinco de ellas mexicanas.
En el lugar, las autoridades incautaron precursores químicos y equipo para la fabricación de drogas, confirmando lo que las agencias de seguridad ya advertían: los cárteles mexicanos no usan África solo como escala, sino como una plataforma de producción estratégica.

La presencia de organizaciones criminales mexicanas en África no es nueva. Hace más de dos décadas, el Cártel de Sinaloa abrió rutas hacia Europa, en alianza con militares locales. Barcos cargados de cocaína llegaban al puerto de Bissau, se movían hacia Mauritania o Mali y, desde allí, a Marruecos, para finalmente cruzar el Mediterráneo en lanchas rápidas.
El modelo sería replicado por Los Zetas, el Cártel del Golfo, y más tarde por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), pero esta última, junto con el CDS extenderían su influencia, de acuerdo con un mapa elaborado por el investigador Víctor Manuel Sánchez Valdés, del CIDE y la Universidad Autónoma de Coahuila.
El Cártel de Sinaloa mantiene la presencia más amplia en el continente africano, con operaciones identificadas en al menos 22 países.
Su huella se concentra en África Occidental —Guinea-Bissau, Nigeria, Ghana, Senegal— donde históricamente estableció rutas de cocaína hacia Europa, pero también se extiende hacia el sur, con enclaves en Mozambique y Sudáfrica que funcionan como centros de producción de metanfetamina.
El CJNG, en cambio, aparece en 16 países, con una estrategia más selectiva: presencia en corredores clave como Kenia y Tanzania en África Oriental, además de Mozambique y Sudáfrica, donde busca consolidar laboratorios y alianzas logísticas.
Ambas organizaciones coinciden en territorios estratégicos como Sudáfrica y Mozambique, que se han convertido en epicentros de producción y distribución, y en países costeros de África Occidental, donde aprovechan puertos y redes criminales locales para el tránsito de cocaína.
Pero la ruta africana ya no termina en Europa. Según el informe "Mapping Organized Criminal Economies in East and Southern Africa" de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional (GI-TOC), las regiones de África oriental y austral funcionan como fuente, centro y conducto de productos ilícitos. Sus conexiones alcanzan Oriente Medio y, desde ahí, Australia.
A través de vuelos comerciales vía Dubái, Doha y Johannesburgo, además de contenedores marítimos, sirven como corredores para mover metanfetaminas y cocaína hacia los mercados más rentables.

Un hub para el crimen transnacional
Sudáfrica se ha convertido en un nodo crucial del crimen organizado global. El informe de la GI-TOC (2025) advierte que los puertos de Durban y Ciudad del Cabo, así como el Aeropuerto Internacional de Johannesburgo, carecen de la infraestructura necesaria para inspeccionar el volumen de carga que reciben.
A esa vulnerabilidad se suma la presencia de organizaciones de Nigeria, el Congo y África occidental, que han establecido centros de distribución en Johannesburgo y Durban. Los cárteles mexicanos simplemente se apoyaron en estas estructuras para asegurar la logística, la distribución y la evasión de las fuerzas del orden.
Legalbrief África, un servicio de información jurídica y de seguridad con sede en Johannesburgo, ha documentado la conexión directa del Cártel de Sinaloa y del CJNG con operaciones en Sudáfrica, incluyendo decomisos de cocaína y fentanilo enviados desde ese país hacia Estados Unidos.
En 2022, autoridades estadunidenses interceptaron en Kentucky un paquete procedente de Sudáfrica que contenía cocaína y fentanilo, disfrazado como un producto para purificación de agua. La redada de Limpopo, en julio de 2024, reforzó esta conexión.
El Comando de África de Estados Unidos (USAFRICOM) ha advertido también sobre la "creciente amenaza" de los cárteles mexicanos en África, especialmente en las regiones austral y occidental. Mientras que la DEA, señala que Sinaloa y el CJNG expanden sus operaciones hacia la región Asia-Pacífico, con el objetivo de capitalizar mercados de alto valor.
Apenas en agosto, el teniente general John W. Brennan, subcomandante de USAFRICOM, subrayó la presencia inesperada, pero creciente, de estos cárteles en Sudáfrica y en las costas de África occidental, donde conviven con grupos yihadistas activos en la región.
El principal incentivo detrás de esta expansión es el mercado de Oceanía. El informe de la GI‑TOC (julio 2025) señala que la magnitud de las incautaciones en Sudáfrica demuestra que los laboratorios locales abastecen a mercados internacionales, particularmente Australia y Nueva Zelanda, donde los precios minoristas de la metanfetamina se encuentran entre los más altos del mundo.
El estudio “Case Study on Maritime Drug Trafficking” (2025), elaborado en el marco de los Ejercicios de Centro de Control Marítimo (CMCON) de la Armada de Colombia, identifica una ruta que conecta África occidental y Oriente Medio con Australia.
Aunque la cocaína sigue siendo la droga más común en las rutas africanas, la metanfetamina mexicana ha ganado terreno. En los últimos años se han detectado envíos desde Brasil hacia Sudáfrica, lo que sugiere que los cárteles están diversificando sus puntos de producción y distribución.
Se estima que el 70 por ciento de la droga que llega a Oceanía proviene de América del Norte, superando el volumen procedente de Asia. En paralelo, el tráfico de metanfetamina ha crecido un 25 por ciento, con envíos cada vez más frecuentes desde México, Canadá y Estados Unidos.
Al instalar laboratorios en Sudáfrica, los cárteles mexicanos aprovechan rutas menos vigiladas y redes criminales preexistentes, evitando los riesgos de las rutas transpacíficas directas desde América del Norte.
Sin embargo, la operación de Volksrust marca el inicio de una nueva etapa en la evolución del crimen organizado mexicano. Ya no se trata solo de exportar droga: ahora se produce, se distribuye y se infiltra en redes locales africanas.

Fábricas de droga con mano de obra mexicana
La instalación de laboratorios en territorio sudafricano representa un cambio estratégico: producir localmente para abastecer mercados internacionales, evadiendo los controles fronterizos más estrictos en América.
- 2016 – Sudáfrica. Por primera vez, la policía sudafricana desmanteló un laboratorio de metanfetamina operado por una red nigeriana con capacidad industrial. En el operativo fueron arrestados cuatro ciudadanos mexicanos.
- 2022 – Katembe, Maputo (Mozambique). Autoridades mozambiqueñas hallaron un laboratorio clandestino en Katembe, suburbio de Maputo, operado por dos ciudadanos chinos. No hubo mexicanos implicados, pero el caso fue documentado en prensa local como evidencia de que Mozambique ya era un punto de interés para la producción de drogas sintéticas.
- 2023 – Mozambique. La DEA informó de la detención de dos ciudadanos mexicanos en Mozambique, acusados de participar en la producción clandestina de metanfetamina.
- Julio 2024 – Groblersdal, Limpopo (Sudáfrica). La unidad de élite Hawks desmanteló un laboratorio de metanfetamina descrito como el más grande de África. Se incautó droga valuada en 120 millones de dólares. En el operativo fueron arrestados tres ciudadanos mexicanos.
- Septiembre 2024 – Namanga, Kenia. La Dirección de Investigaciones Criminales (DCI) de Kenia, con apoyo de agencias estadounidenses, desmanteló un laboratorio de metanfetamina en la frontera con Tanzania. Seis personas fueron arrestadas, entre ellas un ciudadano mexicano y un nigeriano.
- Noviembre 2024 – Rietfontein, Gauteng (Sudáfrica). La policía sudafricana desmanteló un laboratorio valuado en 5 millones de dólares. En el operativo fue arrestado un ciudadano mexicano.
- 2025 – Standerton, Mpumalanga (Sudáfrica). Autoridades sudafricanas descubrieron un laboratorio de metanfetamina. La prensa local no difundió nombres ni nacionalidades en los comunicados iniciales, pero confirmaron autoridades provinciales señalaron que entre los implicados había extranjeros.
Septiembre 2025 – Volksrust, Mpumalanga (Sudáfrica). La SAPS desmanteló un laboratorio industrial de metanfetamina en una granja. Se incautó droga valuada en 20 millones de dólares. Fueron arrestados cinco ciudadanos mexicanos —Isabel Antonio Quintero Corrales (36), Héctor Manuel Valenzuela Ontiveros (36), Luis Alberto Osorio Viscarra (31), José Omar Molina Jiménez (36) y Nicanor Molina Jiménez (48)— y un sudafricano, Bafana Samson Magubane (61), acusado además de posesión ilegal de municiones. La SAPS confirmó que los mexicanos se encontraban en el país de manera irregular.
LG