En días pasados se conmemoró el centenario de nacimiento del armonicista y guitarrista belga Toots Thielemans, una fuerza vital del jazz desde mediados del siglo pasado hasta su muerte en 2016, a los 94 años. Amén de su impresionante desarrollo no solo en el jazz sino también en la música brasileña, su armónica se puede escuchar en películas como Vaquero de medianoche, La huida y Buscando a Mr. Goodbar, lo mismo que en el tema principal de Plaza Sésamo.
Considerado por Quincy Jones como “uno de los grandes músicos de nuestro tiempo”, Thielemans se presentó en México en dos ocasiones, lo que me permitió charlar con un ser humano tan cálido e imaginativo como su armónica, amén de gozar de su buen sentido del humor.
En nuestra conversación aseguró que él no descubrió al jazz, sino que esta música lo descubrió a él. “Fui contaminado durante la ocupación alemana, pero entonces comencé a estudiar cosas de los discos de Louis Armstrong, Benny Goodman y Django Reinhardt. El jazz no era prioritario por ser una música de negros y de judíos. Pero nosotros nos las ingeniamos para aprender a tocarlo. Nunca fui a una escuela de música, pero tenía discos y algunas partituras de músicos como Duke Ellington. En ocasiones a las piezas les poníamos nombres franceses. ‘Lady Be Good’, por ejemplo, la llamábamos ‘Le bigoudi’”, dijo riendo porque bigoudi es la palabra francesa para el rulo que utilizan las mujeres para peinarse.
Respecto a la armónica, Toots Thielemans afirmó que no es un instrumento difícil, sino que lo difícil es la música. “El mejor Stradivarius, si no eres un buen violinista, no sonará bien. O el mejor piano o la mejor trompeta. Quien toca el instrumento es quien debe poner su sentimiento y su conocimiento. La armónica puede expresar todos los sentimientos, puede hacer llorar a la gente porque yo toco las palabras”, para luego sacar su instrumento y tocar un fragmento de “Somos novios” de Armando Manzanero. Y luego cantar: “It’s imposible...”.
La armónica, explicaba cuando tenía ya 86 años, es un instrumento muy cercano a quien la toca. “Inhalas o exhalas. Por supuesto que no es un instrumento fácil. Pero también tocaba la guitarra con el quinteto de George Shearing y ocasionalmente me presentaba solo. Todavía toco la guitarra, pero tuve un infarto y mi mano izquierda se debilitó y perdí velocidad. Pero fui uno de los grandes guitarristas en los 60. Desafortunadamente ya no puedo hacerlo”.
Sin embargo, en sus dos presentaciones en México mostró todavía las dotes de un gran instrumentista a quien recordaremos por la portentosa imaginación de sus solos.
Coda
Encuentro con Jaco Pastorius
Su armónica apareció en una hermosa y trepidante versión de “Blackbird” en el disco Word of Mouth, de Jaco Pastorius. Con una carcajada recordó su relación con el temperamental bajista. “Yo le llamo el café más fuerte que he probado en mi vida. Era fantástico como músico y también como persona. No era ortodoxo en su conducta, pero su camaradería musical es una de las sensaciones más fuertes de las que tengo memoria de mi vida profesional”.
Xavier Quirarte