Cultura

Jaki Byard

columna de Xavier Quirarte

El 14 de febrero de 1999, The New York Times informaba: “Un músico de jazz, encontrado muerto en su hogar en Queens la noche del jueves, fue asesinado por un herida de bala en la cabeza, dijo la policía. Jaki Byard, de 76 años, un pianista prolífico que alguna vez realizó giras con Charles Mingus, fue asesinado por una sola bala que le entró por la nariz”.

Todavía una semana antes se había presentado en un club de Boston para deleitar al público con su exquisita mezcla de estilos cuyo signo distintivo era el júbilo que provocaba que los escuchas cayeran rendidos a sus pies. Esta cualidad, haría que Peter Watrous –citado en su obituario– lo denominara “uno de los grandes surrealistas del jazz, un cómico que no tiene miedo de distraer la cordura de una presentación”.

El asesinato, que no ha sido aclarado –se rumora que fue por un asunto de drogas en el que estaría relacionado su hijo–, privó al mundo de un gran pianista y compositor que también tocaba saxofón, trompeta, trombón, contrabajo y otros instrumentos. Aunque su legado está disponible en los álbumes que grabó con Mingus, Maynard Ferguson, Eric Dolphy, Rahsaan Roland Kirk, Don Ellis y muchos otros, además de sus grabaciones como líder y sus majestuosos discos a piano solo, se habla poco de él. Incluso su centenario, que se cumplió hace unos días, pasó inadvertido.

Las notas que el crítico Stanley Crouch escribió para el álbum The Freedom and Space Sessions, en la que el líder fue Booker Ervin, son una buena invitación para escuchar a Byard. “Él amalgamaba el pasado con las nuevas armonías y ritmos más aventurados, evolucionando un estilo que siempre ofrecía las posibilidades de numerosas perspectivas de improvisación”.

En un artículo publicado en JazzTimes, Tom Reney dice que adora “su eclecticismo, su actitud impredecible, su infatigable compromiso con la tradición, su humor, incluso su sarcasmo, el cual despliega en una introducción de 12 segundos a un popurrí de Thelonious Monk que tocó en el Maybeck Recital Hall en 1991”. La actuación por fortuna está registrada en el disco Jaki Byard at Maybeck (Concorde, 1991), una joya en la corona del pianista.

Jason Moran, quien fue su alumno, asegura que Byard “entendía la historia del piano, especialmente la historia del piano de jazz, y también su futuro. Era capaz de combinar toda esa historia y el futuro en una persona y tocarla al piano. Byard había tocado con grandes músicos como Charlie Parker, Sam Rivers, Charles Mingus y Eric Dolphy. Conocía no sólo la música que era importante, sino también a las personas y cómo sentían respecto a la música”.

Coda

Júbilo y devoción por el surrealismo

Jaki Byard destacaba por su forma única de tocar, dice en su blog el también pianista Ethan Iverson. “Para nada sonaba como nadie más. Parte de ello tenía que ver con los aspectos de la vieja escuela de su estilo, otra parte con su devoción al surrealismo y otra con un júbilo atolondrado”.

Xavier Quirarte


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Xavier Quirarte
  • Xavier Quirarte
  • [email protected]
  • Es autor de Ensayos de jazz y literatura (Editorial Doble A), es coautor de Por amor al sax y John Coltrane. Periodista especializado en jazz, rock y música contemporánea, sus textos han aparecido en los periódicos El Nacional, La Crónica y Milenio, y en revistas como Casa del Tiempo, Rock y Pop, Sólo Jazz & Blues, Círculo Mixup, La Mosca en la Pared, Cine Premier, Dos Filos, Sacbé y otras
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