Cultura

Típica

El que inicie estas líneas preguntándome por el significado de este adjetivo (típico; quizás más que por su significado por el uso o aplicación de alguna de sus variantes o uso particular aplicado a las artes visuales en general, la fotografía en particular) es algo típico en mí, esto es, es una fórmula, una forma, que tiendo a repetir cada que me enfrento a la necesidad de redactar un nuevo texto. Luego entonces, lo típico en mí es que, al escribir un ensayo (darle forma a un discurso) lo haga contando con características similares a partir de tener necesidades igualmente parecidas (elaborar un discurso).

Adjetivo. Que es característico, peculiar o representativo de algo o de alguien, generalmente de las costumbres de un país, una región o una época: traje típico, baile típico, comida típica mexicana.

Por uno de esos giros irónicos que da el destino, hoy día –y esta es mi percepción– decir que algo es típico es remitirlo al baúl de lo aburrido, lo soso, lo kitsch, aquello que solo a los abuelos o personas de edad puede interesarles o emocionarse al relacionarse con ello. Visto de esta otra manera, pareciera que lo típico solo es perceptible y apreciable para cierto tipo de público, ¿cuál? Aquellos que son capaces de reconocer que frente a ellos se encuentra un ejemplar más, dado el caso, de la serie “enchiladas suizas”, que difiere de los demás toda vez que se sirven frías y en maridaje con vino blanco espumoso.

¿Qué podemos aprender de tan ridículo ejemplo? Ejecutar una fotografía de paisaje, por ejemplo, implica, de entrada, haber pasado por la producción de fotos típicas de paisaje, para poder distinguir qué y cómo son los elementos típicos de un paisaje para lo cual debes primero conocerlos y después emplearlos. Solo cuando esta operación se lleva a cabo exitosamente más de una vez, estás en capacidad de salir de lo típico, pues puedes producir un paisaje sin recurrir a los elementos recurrentes o propios de cualquier de ellos. Y lo mismo funciona para el espectador, solo hasta que es capaz de reconocer que es lo típico de un paisaje, de una escena de calle, de una foto publicitaria, podrá discriminar entre todas ellas –las típicas– cuáles son de mayor interés para él, esperando que sean, ya que se trata de un observador entrenado, las que se alejan del modelo maestro.

Entre otras cosas, en este mismo renglón, quedaría por discutir si pensamos, como Platón, en la existencia por sí misma de los modelos típicos a los que todo creador aspira, o éstos se van formando al paso del tiempo, de generación en generación, hasta que llega el momento en que una de éstas lo propone como modelo típico.

Igual de irónico que el caso que acabamos de ver es el siguiente. No es lo mismo hablar de una fotografía típica que de una típica fotografía. El primer tipo, la fotografía típica, es de la que venimos hablando, pero de ninguna manera es lo mismo que una típica fotografía, y no lo es porque no existe la típica fotografía, me explico. Ya dijimos que una pintura típica, un poema, una canción, se forman a partir de la repetición de ciertos elementos que aparecen en todas las obras y las estereotipan. En el caso de la fotografía esto no sucede simple y sencillamente porque no existen dos fotografías iguales; la sensación de familiaridad con que recibimos –y más hoy en día– la imagen fotográfica se debe a que todas son instantáneas, son un pedacito de tiempo y espacio, aunque lo que estemos viendo sea irreconocible. Para ser una fotografía típica ha de ser inmediata, a un clic de distancia. De qué tan consciente sea el fotógrafo de estas diferencias, dependerá la autonomía de sus imágenes.


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Xavier Moyssén Lechuga
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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