Política

Memoria de la ciudad

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MAURICIO LEDESMA

«La ciudad se trata (…) sobre el modo de hacer visible lo invisible y fijar las imágenes nítidas que no vemos pero que insisten todavía como fantasmas y que viven entre nosotros».

Ricardo Piglia,

El último lector.

Todas las mañanas, a las 7 de la mañana, la jefa de Gobierno, el secretario de Gobierno, el secretario de Seguridad y otros miembros del gabinete se reúnen para conocer los hechos más relevantes del día anterior. Es parte de la estrategia de seguridad implementada en Ciudad de México y que, por lo que indican los números, está funcionando.

Los delitos de alto impacto se redujeron 58% con respecto a enero del año pasado; los homicidios bajaron 65%. Algunos medios desdeñan las cifras llamándolas “alegres”, pero si se conocen los detalles de esta estrategia, los datos no solo tienen mucho sentido sino que muestran las bondades de un modelo que bien podrían adoptar otros estados del país.

La estrategia tiene cuatro ejes: (1) atención a las causas que originan la violencia, (2) desarrollo policial: “más y mejor policía”, (3) un modelo policial basado en inteligencia e investigación y (4) coordinación entre dependencias de gobierno.

Marcela Figueroa es una mujer joven, maestra en ciencias políticas y es la subsecretaria de Desarrollo Institucional de la Secretaría de Seguridad Ciudadana. Está a cargo del programa de Más y mejor policía, que abarca la capacitación, profesionalización y certificación de la policía local más grande de América Latina: unos 37 mil elementos que conforman 30% de los policías estatales del país.

Figueroa se ha asegurado de que en cada uno de los aspectos del programa prime una perspectiva de género que, enfatiza, si no es transversal, no funciona. En esta administración, las mujeres conforman 25% de la fuerza policial. Además de incrementar su reclutamiento, se les han otorgado ascensos largamente debidos y se les ha visibilizado: pasaron de estar asignadas en áreas administrativas a realizar más labores operativas. De ese modo, las mujeres han podido acceder a las condecoraciones y reconocimientos que otorga la institución por acciones relevantes. Antes, solo se les otorgaba 11% de estos reconocimientos, ahora se llevan 20%.

Hay un aspecto del que Figueroa habla con orgullo y vergüenza a la vez: gracias a un nuevo régimen de supervisión, investigación y sanciones, hay más de 100 policías en prisión por delitos graves, incluidos altos mandos. La cifra, dice ella, no es para presumir, pero por otro lado es la primera vez en la historia que los delitos dentro de la policía se investigan, se persiguen y se sancionan. Siempre hablamos de cómo los índices elevados de delincuencia solo son posibles por la colusión entre delincuentes y mandos policiales. El régimen disciplinario del que habla Figueroa obedece a esa exigencia de “limpiar” los cuerpos policiacos desde adentro. Pero no todo son castigos: también se ha dignificado a la policía mediante incrementos anuales al salario, que de 2018 a la fecha acumulan 45%.

El hecho de que ahora la policía de la CdMx cuente con facultades de investigación le ha permitido detener a grandes “generadores de violencia”, como los llaman. José Antonio Merino, titular de la Agencia Digital de Innovación Pública, explica que no se trata del abatimiento de cabezas de cárteles a la usanza de Calderón, sino de detenciones en toda forma, con apego al debido proceso.

Varias fuentes destacan otro hecho clave: la coordinación sin precedentes entre la fiscalía y el secretario de Seguridad Ciudadana. En otras administraciones, estas instituciones solían llevar una relación de adversarios. Ese no es el caso con los titulares actuales, Ernestina Godoy y Omar García Harfuch. Ya no pasa, por decirlo brevemente, que unos detengan delincuentes y otros los dejen ir.

Si la incidencia delictiva ha bajado dramáticamente, la percepción de inseguridad también ha bajado, pero a un ritmo mucho más lento. Figueroa explica que estas dos cifras no suelen descender a la par, porque los delitos de alto impacto se quedan en la memoria. Que los delitos bajen implica que su frecuencia es menor, pero no que dejan de ocurrir. “Si en un lugar sucede un delito, a la gente no se le va a olvidar que eso pasó ahí, y la sensación de inseguridad de la gente es casi permanente”, dice ella. Ser víctima de un delito deja una huella profunda no solo en quienes lo vivieron, sino en quienes lo oyen relatar.

Entre la incidencia delictiva y la percepción de inseguridad interviene, además de la vivencia directa, la cobertura mediática. “La relación entre incidencia y percepción es imperfecta” dice Merino, “no toda baja en incidencia genera una baja en la percepción de inseguridad, y al revés: hay ciudades muy violentas donde la gente se siente segura, en gran parte porque los medios instigan la idea de que los delincuentes «se matan entre ellos»”.

Por todo esto es notable que en Ciudad de México la percepción de inseguridad haya bajado de 92% a 67% en apenas tres años. Para tratar de contrarrestar esta tendencia, medios como Proceso y Reforma afirman sin sustento que los delitos patrimoniales van a la alza, basados en las experiencias de restauranteros cruelmente extorsionados, o publican en su portada el atroz número acumulado de delitos en la administración de Claudia Sheinbaum, obviando que heredó de su antecesor el índice más alto de violencia jamás registrado en la historia de esta ciudad. Pero el relato de los medios no puede nada contra la tendencia que ellos mismos aceptan: la Ciudad de México regresó a los niveles de delincuencia de hace 15 años.

Sin que implique que todo se ha resuelto, la baja en incidencia delictiva es un logro innegable. Su anuncio es un buen momento para reconocer lo hecho y lo mucho que queda por hacer. Con todo y ello, sentir seguridad será tardado. Lo cierto es que se ha trazado un camino en el que poco a poco se irá suavizando –aunque nunca se borre del todo– la marca de la violencia en la memoria de la ciudad. _

Violeta Vázquez-Rojas

@violetavr

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Violeta Vázquez-Rojas
  • Violeta Vázquez-Rojas
  • Lingüista egresada de la ENAH, con doctorado por la Universidad de Nueva York. Profesora-Investigadora, columnista y analista, con interés en las lenguas de México, las ideologías, los discursos y la política.
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