Mucho se ha escrito sobre la corrupción en México, la sola palabra se pronuncia, escribe o sugiere con demasiada frecuencia, y forma parte primordial del discurso político en nuestros días.
Ayer a la redacción de Telediario llegó el informe de Transparencia Mexicana sobre la percepción del ciudadano en este tema, la corrupción en nuestro país en el presente.
Es interesante, y hay como siempre una buena y una mala. Con el fin de paliar el sabor amargo va lo malo primero y lo bueno después.
Lo malo es que todavía en México, cuatro de cada 10 personas considera que la corrupción va en aumento; uno de cada tres reconoce haber pagado moche para un permiso o trámite.
La buena es que nueve de cada 10 ven avance en esta tarea de luchar contra el flagelo, pese a ser una asignatura pendiente. Incluso el 21 por ciento de la población encuestada percibe que hay menos corrupción en el último año.
Son datos de Transparencia Mexicana AC, perteneciente al Capítulo de Transparencia Internacional.
Como toda encuesta tendrá susceptibilidad y claroscuros, desde el momento en que mide percepción podría ser refutable si se desea; lo cierto es que hablar de corrupción debe ser el pan de cada día para todos, porque reconocer la enfermedad a veces es el primer paso para aliviarla.
Así como no todo está perdido y no debemos aceptar que la corrupción está en nuestro ADN, tampoco podemos creer que la tarea es solo de las autoridades, puesto que en un acto de corrupción difícilmente hay un solo protagonista, incluso muchas veces comienza o termina con el ciudadano.
Si no fuera así, solo el político entendería los códigos acuñados en frases como: “El que no transa no avanza”, “Usted dirá cómo nos arreglamos”, “Si tú me ayudas yo te ayudo”, “Con dinero baila el perro”, “Qué tanto es tantito”, “Esos robaban, pero al menos salpicaban”, entre otras pertenecientes al calor de esta “subcultura”.
Al ciudadano le ofende que le digas corrupto, porque solo reconoce esa conducta en el funcionario público, desde el agente de tránsito hasta lo más alto; pero no acepta que es parte de la cadena.
Decía Mario Moreno Cantinflas en una de sus películas más memorables: “Hablamos como gente decente o como lo que somos”, porque de nada servirá acusar solamente, cuando por adelantado se asume que hay que “ponerse de modo” para avanzar en este país, porque no hay de otra.
Si las escaleras se barren de arriba para abajo, y el primer peldaño es el del pueblo, no funcionará si no toma su parte de la culpa.
Cuando algunos de nosotros éramos niños, el presidente López Portillo utilizó como lema de campaña: “La solución somos todos”, luego transformó el vox populi a “la corrupción somos todos”.
¿De qué lado está usted?