La historia de las candidaturas independientes, la contamos en este espacio hace algunos martes. Gracias a reformas constitucionales aprobadas en 2014 a nivel federal y después de años de lucha de varias generaciones se logró que en México se pudiera aspirar a participar en elecciones sin estar atado a un partido.
Personajes como Pedro Kumamoto en Jalisco, Manuel J. Clouthier en Sinaloa y en Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, fueron los primeros casos emblemáticos.
En Nuevo León creció como la espuma el fenómeno independiente, a tal grado que en 2015 participaron 22 candidatos con esta figura; mientras que en 2018 fueron 133 ciudadanos los que buscaron las firmas.
Ahora el panorama es distinto. Este fin de semana vence el plazo para los ciudadanos que deben recolectar firmas si quieren estar en la boleta el 6 de junio, por la vía independiente, y el avance no va bien.
Esta vez son 4 los ciudadanos que buscan las firmas para ser candidato independiente a la gubernatura y no les ha ido nada bien, porque ninguno de ellos alcanza ni el 15 por ciento del mínimo requerido, 81 mil 290, dicho de otro modo, el 2 por ciento de la lista nominal.
Suerte similar ha tenido los que buscan estar en la boleta de diputaciones locales o alcaldías, por la vía independiente, puesto que solo una tercera parte parece estar cerca de lograr la “hazaña” en medio de la pandemia.
Aun esos aspirantes no pueden cantar victoria, porque falta la revisión de dichos apoyos por parte de la Comisión Estatal Electoral, y ahí está el detalle, como diría Cantinflas.
El camino para los independientes ha sido como se había pronosticado, muy complicado, porque debido a la pandemia, con gente resguardada y el resto cuidando los protocolos, conseguir una firma ciudadana es un acto heroico.
La Comisión Estatal Electoral se negó a darles más tiempo, pese a que ya varios aspirantes lo solicitaron, y se ve difícil que los tribunales hagan algo, cuando apenas faltan unos días.
Parece entonces que la figura independiente en este 2021 podría tal vez incluirse como otra de las víctimas colaterales de la pandemia.
Lamentable.