Mientras el problema de la contaminación que enfrenta nuestra Área Metropolitana parece no avanzar hacia las soluciones, en estos días se ha ido gestando un nuevo nudo, difícil de desenredar.
Hace unas semanas, el Gobierno estatal y el Congreso pusieron sobre la mesa la propuesta de crear un órgano concentrador de esfuerzos y proyectos para encaminar en una sola ruta las probables soluciones.
Tanto los diputados como la Secretaría del Medio Ambiente se adjudicaron la “originalidad” de la idea y la llamaron palabras más, palabras menos: Agencia para la Calidad del Aire.
La verdad es que para efectos prácticos al ciudadano le da lo mismo la autoría de este ente administrativo; no importa tampoco el nombre, incluso no es tan relevante quién lo dirija, si no sirve en verdad, si no es útil, si es solo membrete, da lo mismo a quien se le haya ocurrido primero.
Por lo pronto, el gobernador Samuel García, que en varios foros había conminado a los diputados para que aprobaran esta agencia, planteada en la nueva Constitución, los madrugó a finales de la semana pasada y anunció su creación vía decreto administrativo.
Para lograr la aprobación de la gente, dijo que tendría “dientes suficientes” para lograr el objetivo de aplicar la ley, porque las leyes ya existen, solo hay que hacerlas valer. El problema es que su principal función parece ser implementar de una vez por todas la polémica verificación vehicular, según se desprende de los artículos publicados en el periódico oficial del estado.
Ahora los diputados locales tienen un nuevo frente de combate contra el gobernador, porque a pesar de que ya habían presentado iniciativas y el procedimiento legislativo para crear dicha Agencia de la Calidad del Aire estaba en marcha, fueron sorprendidos por el anuncio.
El problema es que politizar la seguridad, la salud y la educación, por mencionar algunos temas, ha tenido pésimos resultados. Ahora podría ocurrir lo mismo con un asunto tan sensible como la calidad del aire que respiramos.
Así va nuestro estado tan cambiante como la dirección del viento, tan contaminado y en manos de los políticos y no de los expertos. Tan sujeto a la pugna de poderes que casi cumple un año asfixiando a todos y obstruyendo el avance de asuntos para los que ya de por sí vamos tarde.