Por momentos pareciera que en Nuevo León gobernar consiste más en improvisar que en planear.
En estos días, una amenaza se cierne silenciosa sobre la calidad de vida de quienes habitamos esta metrópoli: la posible eliminación del resolutivo de impacto ambiental en reglamentos municipales, un instrumento que —aunque mal aplicado— sigue siendo el único freno, por débil que sea, ante el desorden urbano y la devastación ecológica.
La propuesta que ahora se discute para reformar los reglamentos municipales de construcción antes del 22 de abril busca eliminar un mecanismo que evalúa, condiciona y —cuando se ejerce con responsabilidad— detiene proyectos con afectaciones ambientales graves. Lo preocupante no es solo que se quiera borrar el resolutivo del mapa regulatorio, sino que, de facto, ya es tratado como letra muerta en nuestro estado.
Las colonias sin agua ni drenaje, desarrollos pegados a zonas industriales, calles sin planeación vial y fraccionamientos que surgen como hongos en tierras sin vocación urbana, son evidencia de que los manifiestos de impacto ambiental han sido reducidos a un trámite administrativo, sin valor técnico, sin supervisión seria y sin consecuencia alguna.
Eliminar ese último resquicio de revisión ambiental sería institucionalizar la negligencia. Porque hoy, sin el resolutivo, no se revisa el consumo energético de una obra, su impacto en la movilidad, su huella atmosférica ni su presión sobre servicios públicos colapsados. Se construye porque se puede, no porque se debe.
Así que el tiempo se agota para poder salvar el tema, al que por cierto no se le dio la difusión que merece.
No es el tiempo necesario para algo tan importante.
Existe un desconocimiento de los tres reglamentos y, por si fuera poco, la sensación de que al no dar seguimiento al resolutivo que quieren eliminar, parecieran proteger a alguien o a grupos de interés.
El problema es que el Congreso no mostró el interés que amerita.
Se aproxima un retroceso en tiempos en los que ya de por sí vamos perdiendo contra el severo daño al medio ambiente.
De mal en peor.
