No escribas sobre ese tema, es muy complicado salir bien librado de él.
Ésa fue la advertencia antes de comenzar a redactar esta participación que, sin duda, trata de un tema que se ha convertido en un fenómeno masivo, “el feminismo”, genuino en su origen, tergiversado y explotado en el camino de los días. Como suele pasar en nuestro tiempo, nació el reclamo auténtico de los afectados y luego se subieron a él todo tipo de personas.
“Un violador en tu camino”, es el más reciente capítulo en este tema, pasó de ser la canción de una obra de teatro chilena que nunca llegó a los escenarios a cántico de protesta que sirve a las feministas.
“Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía. El violador eres tú”, dice la letra, que en un evento fue entonada por 10,000 mujeres en la capital chilena. Esa misma nación que enfrenta semanas de violencia y hartazgo. El 25 de noviembre se dio su despunte, en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y de ahí se extendió a México y Colombia.
En nuestro país fue creciendo el maltrato a la mujer, como muestra indignante de un fenómeno que hace que aflore nuestra realidad como sociedad machista, disfrazada de matriarcado, cuando es evidente que desde el hogar se gesta una predominancia del género masculino. Se nota en el lenguaje, en las oportunidades, en la disculpa de algunas conductas, que sí son sancionadas o criticadas cuando se trata de una mujer.
Más allá de esta innegable injusticia, existen otras realidades, crudas e incómodas, que nadie dice, porque no se atreven a ir contra un movimiento grande, contra una tendencia fortalecida como tsunami, capaz de arrollar a cualquiera.
Cantar, manifestarse con un performance, no resuelve nada, si acaso mantiene el tema vigente, como cuando una marca debe seguir en el top of mind y para ello cambia de estrategia constantemente.
Las campañas rítmicas, los slogans pegajosos, la participación de famosos con bandera en mano no son la solución.
Aunque sea políticamente riesgoso decirlo, abundan la hipocresía y el doble discurso en el tema del feminismo, puesto que hay muchos políticos, artistas y ciudadanos que dicen una cosa, cuando realmente piensan otra, y lo peor, cuando en su vida personal, sus acciones no concuerdan con sus palabras. Persisten la violencia verbal, física y de concepto, la cosificación de la mujer y la inequidad.
Muchos solo toman la bandera, se suben al tren, utilizan el fenómeno para sacar provecho de él.
Aunque suene rudo o aguafiestas, con cánticos no se logra cambiar la ley, y mucho menos supervisar la buena aplicación de las existentes. No se logra tampoco que en este país se tome con la seriedad que es necesaria no solo la denuncia, sino el trabajo de los psicólogos, de los jueces y hasta de los familiares cuando aparece el problema.
Muchas vidas se hubieran salvado si honestamente existiera el interés, no mediático, no pasajero, no actoral de influencers que hablan mucho y resuelven nada. Por ahí no es.
“Un violador en tu camino” dejará de entonarse cuando pase de moda, uniéndose a miles de intentos vacíos de este mal. La violencia contra la mujer.