Esta es la última participación de un servidor en lo que resta de este año 2020.
La verdad es que este fatídico 2020 no inspira algo que pueda enriquecer lo suficiente las páginas de este diario en el que tengo el privilegio de dejar ir mis opiniones con libertad y en el que aprendo cada semana.
Balances vienen y van, y si me lo permite, por única ocasión prefiero aprovechar este espacio para un escrito que recibí y que su contenido resulta ideal para lo vivido en este año.
Cuando la tormenta pase
Y se amansen los caminos
y seamos sobrevivientes
de un naufragio colectivo.
Con el corazón lloroso
y el destino bendecido
nos sentiremos dichosos
tan sólo por estar vivos.
Y le daremos un abrazo
al primer desconocido
y alabaremos la suerte
de conservar un amigo.
Y entonces recordaremos
todo aquello que perdimos
y de una vez aprenderemos
todo lo que no aprendimos.
Ya no tendremos envidia
pues todos habrán sufrido.
Ya no tendremos desidia
Seremos más compasivos.
Valdrá más lo que es de todos
Que lo jamás conseguido
Seremos más generosos
Y mucho más comprometidos
Entenderemos lo frágil
que significa estar vivos
Sudaremos empatía
por quien está y quien se ha ido.
Extrañaremos al viejo
que pedía un peso en el mercado,
que no supimos su nombre
y siempre estuvo a tu lado.
(K.O’Meara- Fragmento de poema durante la epidemia de peste en 1800).