A 11 días de que termine este 2022, y como ocurre cada diciembre, el entorno nos vuelve proclives a hacer balances sobre cada rubro, en cada ámbito que nos rodea.
Nos evaluamos a nosotros mismos, a los y a lo que nos rodea, y para no dejar fuera a nadie, los periodistas y ciudadanos evaluamos a quienes toman las decisiones que impactan nuestro presente.
Así pues, sin cargar la mano, estamos cerrando un año con resultados inciertos, avances colgados de alfileres y proyectos aún en ciernes, pero que dependen de las decisiones que se tomen en estos últimos días del año que agoniza.
No ha sido fácil, porque la crisis del agua ocupó los esfuerzos con conjunto, los recursos y la atención de todos. La naturaleza, la coordinación de esfuerzos y la paciencia del ciudadano sortearon la situación. Queda pendiente para 2023 la serie de acciones y obras para resolver de fondo y no solo por encimita.
Suerte similar corrimos con otras problemáticas como la contaminación del aire que respiramos; con una alta cantidad de días sucios y casi nula inversión en equipos de medición, una verificación voluntaria desairada y, por si fuera poco, un impuesto verde que ha resultado poco efectivo.
Para hablar de un renglón positivo, basta con remitirnos al tema económico, donde la etapa postpandemia no ha representado una crisis de empleo y, por fortuna, han llegado capitales del exterior. Para 2023, con la llegada de Tesla y otras empresas, sin duda habrá buenas noticias para celebrar.
Otra buena sin duda, la relación del Gobierno de Samuel García con la Federación. La mejor muestra es, sin duda, que más allá de los calificativos emitidos por el secretario de Gobernación, el Presidente ha dado mensajes verbales y con acciones que evidencian apoyo al Ejecutivo estatal. Si se traducen en la entrega de recursos prometidos, será un remanso mayor. Pero la lista de pendientes es larga, muy larga.
La movilidad, la seguridad, la infraestructura educativa, la reconciliación entre poderes.
Le seguimos la próxima semana.
Víctor Martínez Lucio
