Comunidad

El grito de México y su silencio

Durante los próximos 30 días de septiembre, gran parte del país vivirá un espectáculo repetido: políticos y gobiernos de los tres niveles desempolvarán discursos cargados de patria, ondearán banderas y se pondrán el traje del nacionalismo que, salvo en estas fechas, parece inexistente.

Todos, sin excepción, buscarán sacar partido de los símbolos patrios para colgarse de ellos y hablar de logros que nadie ve, en aras de “construir un mejor México”. La prioridad no es la nación ni su gente: es la foto, el acto protocolario y el aplauso fácil.

En cada ceremonia, en cada desfile y cada arenga, se repetirá el guion. Morena, PAN, PRI, MC, PT, Verde: todos con discursos alegres, cifras infladas y frases hechas, como si con eso bastara para convencer a una sociedad que enfrenta algo mucho más duro: la inseguridad, las desapariciones, la desigualdad y la crisis económica que asfixia a familias y empresarios que no forman parte del círculo de privilegios.

La realidad es brutal. Después de seis años de un gobierno que prometió transformar todo, el país sigue atrapado en los mismos problemas de siempre, con nuevas capas de polarización y con una narrativa oficial que insiste en negar lo evidente. La “austeridad” se convirtió en pose; la “soberanía” en discurso hueco; la “patria” en mercancía electoral.

Las calles ya están pintadas de verde, blanco y rojo. Nuestra bandera ondea con orgullo en plazas y edificios; las luces adornan cada avenida y los arreglos se multiplican como si los colores pudieran maquillar el desencanto. Pero nada de eso alcanza para cubrir el vacío. Porque un pueblo no se une con papel picado ni con fuegos artificiales, sino con justicia, seguridad y oportunidades reales.

Los fuegos artificiales de la noche del 15 de septiembre son un intento de deslumbrar, de hacer que la gente mire hacia el cielo y no hacia el suelo, donde se amontonan los problemas que nadie quiere enfrentar. Pero el maquillaje no cura. Solo disimula por un momento la verdad, hasta que la lluvia de la realidad lo disuelve y expone de nuevo el dolor de un pueblo.

Hoy más que nunca se siente la distancia entre la liturgia patriótica del poder y la vida real de millones de mexicanos. El grito de independencia será fuerte, pero las ausencias, el dolor y la rabia también lo son.

Y quizá la verdadera pregunta no sea qué tanto amamos a México en septiembre, sino qué tanto lo cuidamos los otros once meses del año.


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Víctor Hugo Martínez
  • Víctor Hugo Martínez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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