Antier, 17 de enero del año en curso, cumplió 100 años de edad Luis Echeverría Álvarez, expresidente de México, (1970-1976), quien junto al poblano Gustavo Díaz Ordaz (al que manipuló e hizo cómplice y convenció de nombrarlo su sucesor) fue el principal responsable de las matanzas de estudiantes y profesores en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco en el 68 y del Jueves de Corpus Christi o Halconazo en 1971 (principalmente en Ribera de San Cosme) ambos sucesos a sangre y fuego. Como despedida de su salida de burócrata, responsable también del atentado y golpe a Excélsior de Julio Scherer y de su equipo y, con ello, a la libertad misma de expresión, opinión y escribir de todas y de todos los mexicanos.
Miguel Granados Chapa fue mi jefe cuando era uno de los subdirectores del diario La Jornada en su nacimiento, y a mí me nombraron el primer corresponsal de ese periódico en Puebla. Le dediqué un artículo en el que, entre otras cosas, le decía que era el D’Artagnan del periodismo en México junto a los Tres Mosqueteros que
para mi eran Julio Scherer, Vicente Leñero y Enrique Maza. Con ello establecí una cordial relación amistosa y profesional con los cuatro. Y en ese contexto del golpe de Echeverría al periódico Excélsior, en 1976, Miguel Ángel escribió:
“El 8 de julio de 1976 culminó la principal y más orquestada acción externa contra un periódico que se conoce en la historia de la comunicación colectiva no solo de México sino del mundo entero, Ese día, bajo la cubierta de un conflicto interno —resuelto, por lo demás, en forma ilegal-, se silenció una peculiar tentativa de expresión pública, disonante del coro unánime que constituye el resto de los cotidianos que se publican en la ciudad de México”. (Granados, Ch. M.A. Excélsior, El periódico de la vida nacional y otros temas de comunicación. Ediciones El Caballito, S.A. México, DF, 1980).
Dos fragmentos de también dos artículos de Granados Chapa publicados en su mismo libro aquí citado conforman la intromisión echeverrista en el atentado a Scherer y su equipo. Menciona Miguel Ángel: “Por su trascendencia para el oficio periodístico, que solo puede alentar (…) en un ámbito de libertad (…) lo que ocurrió el 8 de julio de 1976 no podrá ser jamás olvidado. Ese día se canceló una tentativa de periodismo independiente y crítico; lanzar a la calle una página en blanco, desprovisto el diario de lo que es su sustancia propia, el mensaje a los lectores, fue el modo más claro que clase de prensa se deseaba tener…”. (Ibid.).
En “Plaza Pública”, en Cine Mundial, el 7 de junio de 1978, señala Granados Ch.: “Dejemos que Leñero traiga a la memoria lo ocurrido hace justamente dos años:
‘Llega Scherer ante el mandatario ya puesto en pie, agradeciendo aplausos y es el propio Echeverría, quien atrae al periodista y le murmura en el momento de iniciar la marcha por el salón: -Cógete de mi brazo’. (...) Julio obedece, pero en el instante mismo en que su brazo va a enjarrarse en el brazo del Presidente, una mano de canto, golpe de karate, hace sentir al director de Excélsior que le han partido la muñeca. La voz del gigante es simultánea: ‘¡Respete al señor presidente!’. Julio Scherer se vuelve rápido hacia el guarura: ‘No le estoy faltando al respeto’, reclama. ‘Me cogí de su brazo porque él me lo pidió’”.
“Basta una mirada de Echeverría para ahuyentar al gigante y la marcha prosigue (…) El presidente habla, habla y habla, calla de pronto, mira a Julio Scherer: ‘Se necesita hígado para aguantar a Excélsior (…)’. ‘Hacemos el mejor periodismo que podemos, señor Presidente, pensando en el país (…)’. Echeverría palmea a Julio, sonríe. “No estoy hablando en serio. Julio’. ‘Yo sí, señor Presidente’”.
Víctor Bacre