Política

Diplomacia mexicana por la paz y el diálogo

Con una serie de iniciativas audaces que han comenzado a llamar la atención a nivel global, y como ocurrió durante los episodios más dorados de su historia, la diplomacia mexicana está desplegando lo mejor de sí para promover la paz, el diálogo y la estabilidad. Las causas son diversas: desde un esfuerzo por frenar el río de armas de fuego estadounidenses de las que se nutre la violencia en México, hasta hospedar el diálogo de Venezuela.

Mucho se ha comentado en el último año sobre el papel de diplomáticos y funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores, que, bajo el mando del canciller Marcelo Ebrard, han logrado garantizar un suministro ininterrumpido y creciente de vacunas para nuestro país. Hasta ahora, llevamos casi 92 millones, una cifra que previsiblemente alcanzará 100 millones para finales de mes. Gracias a este trabajo, las autoridades de Salud de nuestro país pueden inocular a centenares de miles de mexicanos a diario y con ello lograr reducir significativamente los decesos por COVID-19.

Pero el trabajo de la diplomacia mexicana está lejos de haberse agotado en la empresa de suministrar vacunas al país. Atendiendo la visión expresada por el presidente López Obrador, México se ha esforzado por tender una mano a países hermanos, en la medida de sus capacidades, claro está. México ha donado en las semanas recientes un millón de vacunas a siete países de la región: Belice, Bolivia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Jamaica y Paraguay. Se trata de un gesto de solidaridad pensado para contribuir con la recuperación sanitaria y económica de esos países hermanos, pero también en abonar a la estabilidad de la región.

Aunque relevante, la labor de la diplomacia mexicana durante la pandemia no se ha limitado a lo sanitario, sino que hoy se desdobla también a favor de la paz y el diálogo. De entre la amplia labor que realiza la Cancillería, me permito destacar dos iniciativas recientes que están atrayendo la atención global.

La primera es la inédita demanda que el Estado mexicano presentó en una corte federal en Boston contra once empresas fabricantes y distribuidoras de armas de fuego. En la demanda, se acusa a estos actores de mantener prácticas negligentes e ilícitas, que facilitan el tráfico ilegal de armas a México. Este, a su vez, deriva en un enorme daño humano y material en nuestro país.

México es respetuoso de los asuntos internos de Estados Unidos y no pretende cuestionar el derecho constitucional de las y los estadounidenses a comprar y poseer armas para su defensa. Pero, al mismo tiempo, como Estado hemos dicho “ya basta” a las prácticas de comercio negligente que propician el tráfico ilegal a nuestro país y que derivan, a su vez, en miles de homicidios en nuestro territorio.

La demanda no pretende, por sí sola, resolver el problema de la violencia en México, pero cortar de raíz una de sus causas estructurales. El objetivo es prevenir el fácil acceso indiscriminado de organizaciones criminales a armas de fuego diseñadas para fines bélicos.

La iniciativa ha recibido un amplio apoyo de los poderes Ejecutivo y Legislativo en México, y también ha sido vista con simpatía dentro de amplios sectores en Estados Unidos, que favorecen un comercio responsable de armas de fuego y que entienden que la violencia en México incide negativamente allende la frontera. La acción legal emprendida por México ha sido vista, además, con interés y saludada en otras latitudes.

Me permito finalmente comentar, de manera breve, el inicio hoy, en nuestro país, del diálogo entre el Gobierno y la Plataforma Unitaria de Venezuela, facilitado por el Reino de Noruega. Como es bien sabido, con respecto a la situación política que se vive en Venezuela, la diplomacia mexicana ha actuado con apego a sus principios constitucionales, lo que le ha permitido reafirmarse como un actor de plena confianza de las partes y tener de ellas el visto bueno para fungir como sede de sus conversaciones. Los ojos del mundo estarán en nuestro país.

Con estas acciones audaces, la diplomacia mexicana demuestra que, como en los episodios más dorados de su historia —de la iniciativa para desnuclearizar América Latina y el Caribe, hasta la promoción de la paz en Centroamérica— sabe estar del lado correcto de la historia y ser un promotor de las mejores causas de los pueblos y las naciones.

Por Daniel Millán

* Jefe de la Oficina del Secretario de Relaciones Exteriores

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