Sociedad

Ciudades para la gente

A nivel mundial la pandemia del covid-19 nos ha llevado a reflexionar sobre nuestras ciudades y el valor del espacio público urbano, no solo desde el punto de vista de su calidad, sino también de su ubicación, evidenciándose así la urgente necesidad de lograr una distribución equitativa de los espacios públicos en las ciudades.

En 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible que contiene 17 objetivos. El onceavo señala: lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles. Hoy, más que nunca, este objetivo debe estar presente en la agenda de todos los países, con especial atención en los países de América Latina.

Existen, en algunas ciudades latinoamericanas como Bogotá, Medellín, Río de Janeiro, Guayaquil, Lima, entre otras, ejemplos exitosos de iniciativas que buscan hacer de estas ciudades más inclusivas, democráticas y con mayor vida social mediante el mejoramiento de su espacio urbano y la creación de equipamientos abiertos a la ciudad.

Este es el caso de la ciudad de Medellín, en Colombia, una ciudad que estaba asediada por la violencia del narcotráfico, con una topografía muy accidentada que dificulta los recorridos a pie y con una gran población en los cerros, desvinculada de la ciudad. Es durante la gestión del alcalde Sergio Fajardo (2004-2007), que “Medellín pasó del miedo a la esperanza” (Fajardo, 2004, p. 289).

El conjunto de intervenciones que se llevaron a cabo se agrupó bajo el lema: “Medellín la más educada”; se apostó por una ciudad más educada a través de la construcción de grandes equipamientos, y se estimuló al encuentro ciudadano con la construcción de espacios públicos de calidad. La mayoría de las intervenciones, los llamados “Proyectos urbanos integrales”, se ubicaron en zonas con fuertes conflictos de violencia y pobreza; se pasó «del encierro al encuentro». Un ejemplo son los internacionalmente conocidos Parque Bibliotecas, ubicados en la periferia de la ciudad de Medellín, los cuales sumados a una intervención en infraestructura de transporte -metrocable- lograron transformar estas zonas y hacerlas visibles.

Otro aspecto fundamental para hacer ciudades más humanas, es una buena comunicación entre ciudadanos. Así lo entendió Antanas Mockus (alcalde de Bogotá 1995-1997/2001-2003), uno de los protagonistas de la gran transformación de Bogotá, al implementar, entre sus iniciativas, la campaña Cultura ciudadana. Se definió “cultura ciudadana” como la regulación cultural, más que moral, de los comportamientos ciudadanos, y se establecieron cuatros metas (Mockus, 2006): 1. Aumentar el cumplimiento voluntario de normas; 2. Aumentar la capacidad de la gente de influirse y corregirse para cumplir normas; 3. Aumentar la capacidad de resolver conflictos por acuerdos; 4. Aumentar la capacidad de expresarse y comunicarse.

Un principio fundamental que debe regir toda convivencia que persiga la disminución de la violencia es: “toda vida es sagrada” (Mockus, 2006). La construcción de ciudades para la gente, inicia por reconocer que las ciudades somos nosotros, por ello debemos ser conscientes no solo de nuestros derechos sino también de nuestros deberes. Existe una co-responsabilidad en la construcción de nuestras ciudades.

Referencias: Fajardo, S. (2004). Del miedo a la esperanza. Medellín: Alcaldía de Medellín. Mockus, A. (2006). “Entrevista por el arquitecto venezolano Marco Negrón”. En Miradas Urbanas, serie personajes (DVD). Caracas: Fundación para la cultura urbana.


Astrid Helena Petzold Rodríguez

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