Hace unas semanas me hicieron llegar a mi celular el enlace para la aplicación “Voto ciego” de la periodista Pamela Cerdeira, en la cual el ciudadano seleccionaba de las propuestas de los tres candidatos presidenciales aquellas con las que estuviera más de acuerdo, pero sin saber que candidato las había propuesto, recibiendo al final el resultado de sus preferencias a modo de porcentajes de afinidad con cada uno.
La idea de esta propuesta apartidista fue, además de entretenida, muy aleccionadora e interesante como experimento social.
Demostró para sorpresa de muchos de los que jugamos con esta aplicación, que el mundo no es blanco y negro, que en ocasiones nos dejamos llevar por emociones subjetivas como el temor y la esperanza, el odio y el amor.
Creo que la gran aportación de “Voto ciego” a la sociedad es que debemos dejar de percibir el mundo desde la posición existencialista del “yo estoy bien, tú estás mal”, y orientarnos a la posición más realista y madura del “Yo estoy más o menos bien y tú estás más o menos bien”, con el fin de que podamos resolver nuestras diferencias de forma constructiva, y no continuar con esa polarización que tanto daño nos hace como sociedad.