Al menos en California, Estados Unidos, ya nos habíamos acostumbrado a entrar a la mayoría de las tiendas en junio y lo primero que aparecía en Target, por ejemplo, eran los colores del arcoíris en mercancía de todo tipo lista para celebrar el mes del orgullo LGBT+. Este año no es el caso en la mayoría de los lugares.
Tampoco es sorpresa, pero es tan notorio que vale la pena destacarlo. Así de rápido se ajusta el mundo empresarial a los dictámenes de un presidente como Trump que no solo está dictando los temas políticos, sino la temperatura cultural hasta en los estados que más se oponen a ello.
Por un lado la manada que grita “Go Woke and Go Broke”, asegurando que todo lo muy “liberal” es motivo de destrucción de negocios, igual está de extrema la resistencia a lo contrario. “¿Ya no nos incluyen? Nos llevamos nuestro negocio a otro lado”.
Ahora imaginen lo que está pasando en las marchas con los grupos, especialmente los migrantes, que se sienten discriminados y atacados constantemente con toda la razón del mundo. Ahí es donde las figuras públicas se encuentran en una situación a veces imposible. “¿No te pronuncias? Eres un vendepatrias”. “¿Lo haces? Solo quieres figurar”. Es imposible, y no es que se trate de quedar bien, se trata de que las plataformas de quienes tienen buenas intenciones no sean absolutamente devastadas por bots, IA, granjas de contenido político y gente enfurecida por el atrevimiento a pensar distinto. Ser moderado hoy en día, en cualquiera de los casos te vuelve enemigo de todos.
Por ahí hay mucho ruido de que “son tiempo de definiciones” y no tengo la menor duda de que eso sea cierto, pero no en redes sociales; no en la mercancía de las tiendas, no en tik toks virales que solo fomentan la interacción más furiosa a cambio de clicks.
La decencia no está en un anaquel o un algortimo y es tiempo que actuemos como que nos damos cuenta de ello.
