Empezó con un video de uno de mis ensayistas favoritos de música: Todd in The Shadows. Me sorprendió su video de casi tres horas desmintiendo una por una las mentiras de otro youtuber —uno que habla de conspiraciones alrededor del mundo gay, y que asegura con certeza de hierro cosas como que los soldados estadunidenses fueron a la Segunda Guerra Mundial en gran parte porque envidiaban la estética aria promovida por los nazis—. Como esa, decenas de videos con millones de vistas, fuentes dudosas, equivocadas o simplemente inexistentes sobre temas verdaderamente absurdos y hasta peligrosos de ser tomados en serio.
Lo que más me interesó fue la razón por la cual mi crítico de música favorito de internet decidió que tenía que hacer esto: “Nadie está verificando que lo que se dice en YouTube es cierto. Y la verdad todavía importa. Depende de nosotros mismos señalarlo porque nadie lo va a hacer por, para o en contra de quienes usan este medio para engañar si no”.
De ahí el algoritmo me ha llevado a un viaje alucinante en el cual ahora veo videos de otros ensayistas bastante interesantes y, ante todo, sustentados; veo que ha estado ocurriendo una batalla bastante directa entre los que roban y copian contenidos, entre los que sacan citas de contexto y ahora, aquellas que se han dado cuenta de cómo esto está arruinando su plataforma. Se llama responsabilidad y me parece maravilloso que se señale con fundamentos a quienes nada más producen contenido robado y engañoso para generar tráfico y patrocinios.
Me parece que acabo de asomar mi cabeza a una batalla épica, donde millones somos parte sin darnos cuenta, y que resulta mucho más importante que el entretenimiento simple de youtubers peleando. ¿Me acompañan por este camino a ver qué aprendemos juntos de “la verdad en tiempos de clics˝?
