A pesar de mi habitual negativa de entrarle a las quinielas en el Oscar (es demasiado estresante estar cubriéndolos y preocuparme por quedar bien o perder dinero), este es un año más que interesante por la variedad de películas, las diferencias en los temas y géneros de los nominados, y también por las sorpresas que los premios de los sindicatos nos trajeron a última hora.
Pero hay ciertas cosas que sí me aventuraré a decir, y que seguramente ocurrirán este domingo, pensando en la forma en la que coincide la crítica, lo social y la calidad de los trabajos.
Sin duda alguna, el premio a Mejor actor de reparto debe ser para Kieran Culkin, por su increíble trabajo en A Real Pain. Y miren que va contra el también extraordinario trabajo de su hermano en Succession, el actor Jeremy Strong, como Roy Cohn en The Apprentice.
Estoy casi convencida de que Zoe Saldaña se llevará el premio en la categoría de Mejor actriz de reparto, porque, honestamente, lo que logra con las incoherencias que le dio su director en Emilia Pérez es un gran acto de presencia y valor. Lo mismo con la canción que interpreta (“El Mal”), porque la mayoría de los que votan no hablan español, pero al menos se pueden dar cuenta que ella sí sabe lo que está cantando. Y no, no digo eso último con gusto.
¿Demi o Mikey Madison? Me parece que aquí sí se va a aplicar el clásico, Madison tiene aún mucho tiempo para ganarse este premio, y de todos modos creo que Moore hace un trabajo durísimo e impecable con La sustancia.
Por último, confieso que como lo demostró el sindicato de actores en sus premios, Timothée Chalamet debería llevarse el Oscar a Mejor actor. Sin embargo, veo a Adrien Brody salir del Dolby Theater con esa estatuilla el próximo domingo, creo que igual me sentiré contenta y en paz. ¿Ustedes coinciden?