Tenet, de Cristopher Nolan, volverá a la pantalla grande y eso me hace muy feliz. Es un insulto ver cualquier cosa de Nolan en una pantalla chica. Esto demuestra que lo que pensábamos que podía pasar con las salas de cine de México y el mundo, ocurrirá cada vez más: se concentrarán mucho más en las mejores obras y ya no solo dependerán de lo que pase en la taquilla del fin de semana.
¿Se dan cuenta de lo brillante y a la vez obvio que es esto? Siempre ha ocurrido en el teatro. Nadie dice: “Hamlet ya es vieja, así que si no la vi en su estreno en 1601 pues ya fue. ¿Un ejemplo más reciente? El Padre, de Florian Zeller, es una magistral obra de teatro que se estrenó en París en 2012, después llegó a Broadway, luego al cine y ahora está en los escenarios teatrales de México removiendo emociones de una manera magistral. ¿A alguien le importa cuánto ganó su primer fin de semana? No. Les importa lo buena que es y lo bien que está producida.
Así hay miles de películas que no necesariamente tienen que quedarse en el año que fueron hechas. Tampoco tienen que estar confinadas para siempre en el streaming (antes DVD y antes de eso VHS) porque cuando son buenas siempre habrá quién las quiera volver a ver en pantalla grande.
Eso pasa ahora con Oppenheimer y Asesinos de la Luna por las nominaciones al Oscar, pero también volverá al cine Duna, de Dennis Villanueve, antes del estreno de la segunda parte. Y no puedo esperar.
Hace un año, en el Día de la Marmota, 2 de febrero, me encontré en un cine en Austin, Texas, viendo la comedia clásica de Bill Murray con el mismo nombre en honor a la fecha. Y fue un deleite, sobre todo por el minidocumental que le siguió.
Sé que los cines de arte y alternativos ya hacen cosas así en México, pero veo esta tendencia crecer en las grandes cadenas, y lo aplaudo de pie y con emoción. No dejemos de ir al cine nunca, por favor.