En el pasado no hay nada más que bruma, lo sabe nuestra garganta antes de pronunciar un nombre, lo intuye el corazón antes de bloquear un recuerdo, lo afirman las palabras que se escribieron desde una madrugada solitaria en la que te responderá la ausencia. Y ahí, en esa bruma tan poliédrica veo a Eusebio Ruvalcaba llamando a su casa, riéndose, “ojalá me conteste mi bróder”, se refería a Chipote, uno de sus mejores amigos, tal vez el único, virtuoso y simpático primer violinista disfrazado de perro salchicha cuyo nombre real era: Claudio Monteverdi. Llamábamos a su casa, a otros números de personas conocidas, también elegíamos el azar. Cuando alguien contestaba empezábamos a ladrar y aullar, recibíamos preguntas “¿quién habla?… ¿quiénes son…qué quieren?”, más insultos que carcajadas. Eusebio está en todas mis caminatas por Eje Central y la esquina de Donceles. Una noche aventó con mucha fuerza la bocina contra aquella caseta, un crash estruendoso, pedazos de plástico estallaron, bajamos de inmediato de la considerable altura que habíamos adquirido con 7 vodkas en la cantina Salón Diligencias que estaba a solo unos pasos. Ese palacio del vodka tónic ya solo existe en mis lágrimas y resentimiento contra el edificio que ocupa su sitio. Recuerdo el sabor de aquellas fabulosas tiras de pescado al sartén o empanizadas, las acompañaban con puré de papa, el barman solo las ofrecía a clientes especiales como nosotros.
Acudo a un sitio secreto cerca de ahí para recordar el sabor, no es igual y no importa, se llama nostalgia. A veces me siento en esa barra a recordar a otro amigo cometirasdepescado. Escuché que desean convertir las cabinas telefónicas instauradas desde los años 60 en puntos de Wifi. Supongo que el siglo XXI no se conforma con limitar la comunicación entre seres humanos con mensajeros “instantáneos”, ¿cuántas personas con las que tuviste o tienes comunicación directa, amistad o conexión no te contestan? Sucede tarde o temprano a todas las personas, los otros nos ven como objetos desechables, hablaba de esto con Nina hace unos días, alguien que no te llama, que no te contesta ni devuelve llamadas es porque NO quiere, porque no tiene nada qué decir, no existe nada reprochable en su silencio, tan solo una cosa: no le digas a una persona que te importa cuando no sea así. Las “palabras piadosas” díganselas a esos limosneros y limosneras que reciben cualquier migaja de “cariño” o de “amor” creyéndolo un manjar, lo escribo con un hueco en el corazón, así lo siento, me gusta la abundancia en todos los aspectos de mi vida, sobreviví la miseria, no me gusta el sufrimiento. Marca números que te contesten sin importar la hora, solo es inoportuna e indeseable una persona a la que mentimos constantemente o que no nos importa. Esta perra sarnosa sabe mucho más de amor de lo que admite. Si marco tu número desde una cabina telefónica de madrugada y te aúllo, será una declaración de amor o una despedida.
Susana Iglesias*