Brasil es un país con 212 millones de habitantes. En el 2021 registró 41 mil homicidios violentos, lo que significó que por primera vez, registrara una disminución en 15 años, equivalente a 3 mil casos menos.
En esta nación sudamericana, hay dos grupos antagónicos: el “Primer Comando de la Capital” y el “Comando Vermelho” de Río de Janeiro. Los cálculos señalan que del 2014 al 2017 la disputa entre ambas organizaciones criminales provocó una cifra de 55 mil homicidios violentos anuales.
Según especialistas de Brasil, cuya opinión fue recogida en un reportaje del diario internacional “El País”, la disminución de homicidios no ocurrió debido a la pandemia, sino a la “profesionalización del mercado de drogas”, a un mayor control del gobierno sobre los criminales, a políticas públicas de seguridad y sociales, entre otros factores.
Incluso hay quienes atribuyen la baja a que uno de los dos grupos se hizo fuerte en el territorio o bien, hay una tregua.
Ello ocurre en un escenario en donde las licencias para la posesión y portación de armas de fuego aumentó significativamente, tras la declaración del Presidente Bolsonaro de que quería que el pueblo se armara, con la consecuente preocupación de distintos sectores y pronóstico de aumento en la violencia.
En un solo año se registraron 130 mil licencias nuevas para portar o poseer un arma, así como una mayor adquisición de armas para un solo usuario, aumento en los calibres y un plazo de 5 a 10 años para la renovación de la licencia. Suman más de un millón de permisos, de los cuales, más de la mitad se otorgó a militares y policías, siendo Brasil uno de los países más letales para las y los uniformados civiles a nivel mundial.
En el caso de México, un país con 129 millones de habitantes, el 2021 cerró con 33 mil 300 homicidios dolosos. Sin entrar en la numeralia de la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes, es claro que nuestro país supera en proporción a Brasil.
¿Qué tendrá que ocurrir para lograr una disminución?
¿Un mejor control del Estado sobre los criminales?¿Que los criminales se vuelvan más profesionales y menos violentos?¿Que haya una tregua entre los dos grupos delictivos con supremacía nacional? ¿Y además de todos los atomizados y los locales?
¿Probar cuáles son los efectos de una ciudadanía armada? ¿Políticas públicas en materia social y de seguridad?
Porque la disminución del 3% del año 2021 respecto al 2020, sin que exista desmantelamientos de grupos a nivel central, con grupos cada vez más violentos, pareciera ser más un efecto de la pandemia y de los esfuerzos focalizados en lo local que una tendencia a la disminución.
Sophia Huett