Vienen las nuevas administraciones municipales y grandes decisiones sobre cómo invertir los recursos públicos en los próximos tres años.
Uno de los rubros más delicados y criticados es el del gasto corriente, necesario para poder ofrecer los servicios y bienes públicos que debe prestar el municipio, que van desde la recolección de basura hasta la seguridad pública. En contraparte está el gasto en inversión, como lo serían las obras de drenaje y pavimentado.
¿Cuándo un gasto corriente se convierte en un gasto de inversión? Cuando ese gasto permite generar condiciones que favorezcan el desarrollo de otros ámbitos como el social y el económico.
¿Es posible encontrar esa coincidencia? En los tiempos actuales, sí lo es, si es que nos referimos al tema de seguridad.
Invertir en el gasto corriente de seguridad permitirá no solo la dignificación policial por sí misma, sino contar con especialistas que logren/recuperen/fortalezcan condiciones de seguridad ciudadana y paz social que permita que el territorio sea atractivo para el desarrollo de inversiones, el bienestar de la ciudadanía y el desarrollo humano.
Si se considera que el sueldo de policías es parte del gasto corriente, se hará lo posible por economizarlo… y también se economizará en capacidades y talento humano del personal a contratar. Si se considera que es una inversión, que además a través de distintos indicadores es auditable, se buscará hacer el mejor reclutamiento en beneficio de una comunidad.
Pavimentar una calle sin duda logra un gran beneficio para una comunidad. Pero pasarán los años y solo será vista como una calle pavimentada en una colonia a la que es peligroso entrar.
Si se invierte en el talento humano en materia de seguridad, se logrará un gran beneficio para esa comunidad, que a pesar de tener requerimientos en infraestructura, vive en condiciones invaluables de paz y armonía.
Vienen decisiones difíciles para los ayuntamientos.
Si quieren pagar tres pesitos a los policías, tendrán una seguridad de tres pesitos, con obras públicas a las que les podrán poner una placa que acabará grafiteada o desaparecida al poco tiempo.
Si deciden apostar por invertir en seguridad y el gasto corriente en su personal, es en cierta medida, lanzar la moneda al aire, esperando obtener la cara ganadora de la moneda. Es una decisión sobre la que no hay certeza en el resultado final, pero que sería mezquino no intentarlo.
Entonces, ¿de qué precio queremos a nuestra Policía?
Sophia Huett