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Madre ¿empoderada?

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  • Madre ¿empoderada?
  • Sophia Huett

¿Qué habría pasado si su madre hubiera encabezado o tenido el poder de incidir en la institución o empresa que usted labora? ¿Cómo habría sido la honestidad, eficiencia, disciplina, orden y trabajo por el bien común con el que ella se hubiera conducido?

¿Qué limitó la participación de esa mujer más allá del ámbito familiar?

En México el 67.1% de las mujeres, son madres. De cada 100 mujeres que ejercen su maternidad, 28 lo hacen sin una pareja; de ellas siete son madres solteras y las restantes 21 son separadas, viudas o divorciadas.

El 67% tienen una ocupación, sin embargo, el 7% no tienen una remuneración por el trabajo realizado. El 22% deja a sus hijos o hijas en una guardería y el resto se apoya de su red familiar para su cuidado.

Los testimonios recogidos mediante distintos esfuerzos internacionales arrojan que sin importar sus características personales, sociales o demográficas, las mujeres madres tienen una misma esperanza: crear mejores condiciones de vida para ellas y sus seres queridos.

En tiempos en donde cada día es más comprendido el concepto y la aplicación de la seguridad ciudadana, como una condición necesaria para el desarrollo, en coproducción con la sociedad, el papel de las madres resulta de vital importancia en la suma de esfuerzos para la protección del núcleo básico de los derechos de las personas.

El reto es cómo a) empoderarlas, b) generar espacios en donde puedan participar c) lograr que su experiencia en el ámbito privado se traslade al público, d) todas las anteriores.

Una persona empoderada es aquella que se siente capaz, confía en sus capacidades y tiene la fuerza necesaria para participar en algo. La maternidad pudiera ser esa etapa en donde se generan las principales condiciones para empoderar a la mujer, debido a su interés en la construcción de una mejor comunidad presente y futura para las y los suyos.

Cuando una madre está empoderada, tiene la mejor base para construir la mejor versión de sí misma y por ende de su familia. Una madre con autoestima, podrá inculcarles esa condición a sus hijos y tendrá la posibilidad de tomar mejores decisiones, hacer frente y resolver conflictos, poniendo por encima de todo el bienestar y felicidad de su familia.

Por el contrario, cuando a una madre se le segrega de las decisiones privadas y públicas, cuando se limita su derecho a la información, se les juzga y presiona, cuando se les asigna un indebatible rol de género, no solo se priva de herramientas para potencializar la crianza y formación de sus hijos, sino además se desaprovecha su potencial en la construcción de comunidades más sanas.

Aún con la fuerza indescriptible e inigualable que tienen la gran mayoría de las madres, muchas se topan con los retos impuestos por distintos factores y actores.

¿Cómo empoderarlas? Una gran pregunta con diversas respuestas. Por lo pronto se exponen algunas de ellas.

Hacer comunidad entre mujeres, con una red de apoyo que permita encontrar coincidencias, experiencias entre iguales y por ende, soluciones compartidas en un marco de sororidad.

Por otro lado, juzgar sus decisiones podría ser cosa fácil; no hacerlo, como parte del respeto a sus condiciones apoyo a su empoderamiento, es lo realmente difícil y valioso. En muchas ocasiones se opina sobre lo cuestionable que resulta que una mujer no asuma en su totalidad el cuidado y crianza de los hijos; se cree que por tener una carrera profesional o un emprendimiento, se descuida su responsabilidad como madre. Resulta un juicio tan duro, que provoca la presión necesaria para presentar renuncias, lo que no solo limita el desarrollo de la madre en cuestión, además limita su participación en el ámbito público y perpetúa modelos para la siguiente generación. Probablemente su hija crezca con la idea de que tendrá que tomar la decisión de postergar o renunciar a la maternidad o bien, limitar o renunciar a su desarrollo personal más allá de la maternidad.

Melinda Ann French (mejor conocida como Melinda Gates), empresaria, informática, ecónoma y filántropa estadounidense califica al amor como la fuerza más poderosa y subutilizada para el cambio del mundo, “para mí, el amor es el esfuerzo para ayudar a otros a florecer y a menudo, comienza con elevar la propia imagen de la persona”, es decir, empoderar.

Empoderar a las mujeres y a quienes son madres nos conviene a todas y todos, iniciando por las propias familias a su cargo.

Y retomando el inicio de este texto: ¿Cuál habría sido el resultado si su madre hubiera ocupado el cargo de secretaria o directora de seguridad pública de su ciudad? Hay quien seguro pensará que no hubiera sido mala la idea.


Sophia Huett

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