“El Juego del Calamar”, “¿Quién mató a Sara?”, “Sabrina, la bruja adolescente” o “La Casa de Papel” son algunos de los contenidos audiovisuales más vistos en los últimos meses. De origen coreano, español, mexicano o norteamericano, estas series tienen ´características en común: están disponibles en plataformas digitales, tienen un alto grado de violencia, sexo o desnudos, así como que ya fueron “consumidas” por más niños, niñas y adolescentes de los que hubiéramos imaginado.
Disparar de manera masiva, mantener relaciones sexuales con menores de edad, ofrecer sangre al demonio como parte de un ritual y ladrones con justificación, son parte de las temáticas de estas series.
Al ser series, su duración es mayor a la de una película y más adictiva, producto de un guion manejado emocionalmente para mantener atrapado al espectador, sin importar la edad que tenga.
¿Qué efecto les producirá a las y los menores de edad? De inicio, lo más probable es que sientan dolor, miedo, angustia y sufrimiento ante lo que ven en la pantalla… pero ello irá disminuyendo hasta que puedan soportarlo, incluso mientras comen palomitas.
En la fase de crecimiento y formación, las conductas aprendidas a través de la observación, son retenidas en la mente por largos espacios de tiempo. ¿Incluyendo las violentas? Si, también, con un efecto importante en la sensibilidad emocional que puede disminuir ante la violencia real y la posible aprobación del uso de la agresión como respuesta a una situación.
Así, mientras padres y madres de familia, el entorno y la propia escuela, buscan inculcar valores muy específicos, probablemente lo que consumen a través de la televisión, tabletas y celulares, les estén dando mensajes confusos.
Un holgazán que a su vez busca el bien común, un policía que rompe la ley para conseguir justicia, alguien que miente para salvar a sus amigos, un ladrón que roba a ladrón (esperando 100 años de perdón), son mensajes contradictorios en las y los niños, así como en adolescentes, quienes difícilmente tendrán una retroalimentación de una persona adulta sobre la enseñanza, incluso de un contenido bien intencionado pero no apto para su edad.
Lo que ven en las pantallas pareciera un tema menor y sencillo, pero no lo es.
Ya no hablemos del disfraz que estarán pidiendo para las próximas celebraciones: ¿héroes o villanos?, ¿habrá un overol rojo en la petición?
Seguramente y desafortunadamente, sí.
Sophia Huett
