Desde niña, Alma tuvo el sueño de ser policía. A pesar de las burlas que le significó su deseo de “ser poli”, tanto en su casa como entre sus amigas, lo logró.
A diario, se ponía el uniforme con una gran sonrisa y ponía en cada acción, su mejor esfuerzo. No solo se quedó con la capacitación institucional, contra viento y marea, estudió una carrera.
Se enamoró, se casó y tuvo una bebé.
Pasaron los tres meses de permiso de maternidad y se reincorporó al servicio; encontró una realidad muy distinta a la que vivió.
“Las necesidades del servicio”, un concepto que siempre comprendió, comenzó a ser sinónimo de una pesadilla. Salir una hora más tarde o un cambio de turno, era un “estira y afloje” con su esposo, con su madre, con sus hermanas y hasta con su suegra.
Concilió y aguantó. Su desempeño seguía siendo sobresaliente y llegó la oportunidad de un ascenso, lo que significaba un ingreso más alto y avanzar en su carrera policial.
Pero ya no era salir una hora más tarde: era una jornada sin horario y con disponibilidad amplia. Y Alma se encontró sola… no había quien le ayudara.
Habló con su mando, le agradeció la oportunidad y le pidió ser considerada como parte del “personal administrativo” (en su mayoría mujeres), con un horario compacto y fijo, que le permitiera salir a tiempo para recoger a su hija en la guardería.
Y ahí se quedó un año, dos, tres… y su corporación siguió solo con mandos masculinos.
La historia de Alma es la de mujeres en el país, que por cumplir con responsabilidades familiares, dejan para la oportunidad de ascender y crecer en su carrera policial.
Junto con esta historia, también están las muchas otras mujeres, que al ver la historia de “Alma” deciden no tener hijos, al encontrar que la vida familiar y profesional son difíciles de conciliar.
La estadística lo demuestra. Al 2017 (último año de la medición), de acuerdo al INEGI, de cada 10 policías, 2 son mujeres y 8 hombres.
A su vez, por cada 10 policías hombres, 8 son casados o en unión libre. Por cada 10 mujeres policías, 4 son casadas o en unión libre y 4 son solteras nunca unidas.
¿Y cuántas mujeres mandos en instituciones policiales del país tenemos? Ni idea, no hay información pública de referencia.
¿Qué habría pasado si Alma contara con la prestación de guardería de horario extendido en su institución? Seguramente hoy no estaría en “el administrativo”, con el aliciente adecuado para crecer profesionalmente y brindar mejores resultados a la ciudadanía.
Las guarderías de horario extendido en instituciones policiales no son una prestación más. Es cuidar a quienes nos cuidan, dignificando la profesión, con una perspectiva de género para lograr la igualdad sustantiva.
¿Cómo queremos fomentar la unidad familiar si no lo hacemos ni siquiera con el personal de las instituciones de seguridad? Tal vez el primer paso es ser congruentes, sin violentar el legítimo derecho que tiene un sector de la población a acceder a oportunidades de crecimiento.
No es feminismo, es igualdad sustantiva.
Sophia Huett