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La pandemia de la violencia

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  • Sophia Huett

¿A qué se refiere el concepto de salud pública? Es el esfuerzo organizado de la sociedad, mediante instituciones públicas, para promover, proteger y restaurar la salud de la población a través de una acción conjunta.

Previo a la pandemia provocada por el covid, la Organización Mundial de la Salud identificó como problemas de salud pública brotes de enfermedades como el ébola, condiciones de salud en territorios ocupados, acceso a medicinas y vacunas, así como enfermedades no transmisibles como las cardiovasculares, cánceres, diabetes y otras dolencias, aunado a la salud mental.

Probablemente hoy más que nunca tengamos consciencia de lo que implica contar con políticas públicas de atención a problemas de salud pública, que promuevan actos privados y acciones púbicas para obtener resultados conjuntos. Ante el covid, no nos queda la menor duda de la importancia de la prevención, detección oportuna y atención óptima.

La organización norteamericana “Cure Violence Global”, radicada en Chicago, argumenta que la violencia es contagiosa y que por ello, debe ser atendida con un esquema similar a la salud pública.

Propuso, implementó y presentó la viabilidad de utilizar la misma metodología de la Organización Mundial de la Salud para atender enfermedades como el sida, la tuberculosis y el cólera, utilizando tres pilares principales: capacitación, factores interruptores del contagio y transformación de normas comunitarias.

En términos operativos, implica detectar e intervenir ante riesgos potenciales, identificar y tratar a las personas con mayores riesgos y movilizar a la comunidad para cambiar normas y costumbres.

En el caso covid-19 implica conocer la enfermedad, las condiciones de riesgo para su contagio, cuál es la población sensible, atender a pacientes contagiados de forma oportuna y en esquemas que interrumpan el contagio, así como transformar y promover costumbres en la sociedad para su prevención como el uso del cubrebocas y la sana distancia. El enfoque de esta organización califica la violencia como una enfermedad pandémica que también se multiplica y esparce, a través de esquemas que incluyen la imitación o el “aprendizaje social”.

La aplicación del método en el caso de la violencia, es detectar e interrumpir conflictos potenciales y violentos, identificar y tratar a las personas con mayor riesgo de protagonizar hechos de violencia, así como movilizar a la comunidad para cambiar normas de aceptación de la violencia, mediante la participación de líderes comunitarios y distintos sectores sociales para cambiar el mensaje, las expectativas y las normas a largo plazo, provocando además presión social para detener y reducir la violencia.

Aborda el concepto de “trabajadores con credibilidad”, como califica a los trabajadores locales en los procesos de salud pública, con los que la población atendida comparte el origen, la residencia y la posibilidad de mantener el contacto. En ese mismo sentido, “Cure the violence” apuesta por la contratación y capacitación de interruptores de violencia y colaboradores que tengan la confianza de su comunidad, para que puedan influir en el comportamiento.

Otro concepto interesante es que la violencia provoca en el individuo lo mismo que una enfermedad infecciosa, donde el cerebro procesa la violencia para producir más violencia, con un efecto que resulta en hiperreactividad, con respuestas agresivas ante una leve provocación, lo que a su vez genera una escalada en los conflictos, con rabia y deseo de venganza incluidos. Y ni qué decir en el caso de la violencia doméstica, en donde los patrones de conducta parecen una enfermedad genética que se transmite de generación en generación.

La organización norteamericana señala casos de éxito en Baltimore, Chicago, Loiza y Nueva York en Estados Unidos, así como en ciudades de Honduras, Sudáfrica, España, así como su aplicación en programas para jóvenes en prisión en Reino Unido. En el caso de México, citan el caso de Ciudad Juárez en 2016, con una reducción del 50% de los homicidios.

Más allá de darle crédito completo a este modelo, vale la pena considerarlo complementario a las acciones policiales y de seguridad, que en términos comparativos, equivale a un paciente que ya se encuentra en una crisis y debe ser atendido de emergencia.

Es además, una opción viable para los gobiernos locales, cuya principal ventaja es conocer y desempeñarse en una sociedad con la que se identifica y donde la presión social puede ser más efectiva.

El covid nos ayudó a comprobar que la acción comunitaria en favor de la mayoría, es posible. Ojalá podamos hacer lo mismo en el caso de la violencia, porque es igual o incluso más contagiosa… y mortal.


Sophia Huett


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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