Al hablar de base social de los grupos criminales, viene a la mente de la mayoría una escena de mujeres y niños, principalmente de escasos recursos, que impide la entrada de las autoridades a una comunidad o territorio; además imaginamos que su rechazo a la autoridad y protección de delincuentes se debe a la motivación económica que les llegó en un sobre o tal vez, porque esperan la próxima rifa de premios organizados por los criminales en el salón de fiestas de la comunidad.
Y esta idea es medianamente cierta.
Como parte de una estrategia para construir un mecanismo de protección frente a las autoridades u otros grupos, los criminales entregan apoyos de distintos tipos a la población, lo que al tiempo además les generará nuevos reclutas.
A partir de la desigualdad social, se compra la lealtad de una comunidad.
Se han difundido fotografías de fiestas decembrinas e incluso celebraciones del día del Niño, en donde se entregan despensas y juguetes con imágenes de personas, sus apodos, logotipos y siglas referentes a grupos delictivos. De acuerdo a reportes periodísticos, esta práctica se documentó por primera vez en medios de comunicación en Tamaulipas, en el año 2004.
Sin embargo, esta no es la única “base social” que la delincuencia construye para ganarse lealtades. Existen otros mecanismos más complejos y entramados en la economía formal que le permite al crimen crecer y contar con protección.
Hablamos de la gasolinera que comenzó a comprar hidrocarburo robado, del locatario de la central de abastos que compra cargas completas o fraccionadas de mercancía robada, de tianguis que venden perfumes, discos y productos de fabricación apócrifa, de lotes de autos que remarcan el número de serie de vehículos robados o que los venden por partes.
Nos referimos a la base social que le brindan entes comerciales que están a la vista de todos; su operación y hasta su éxito no podrían explicarse sin el crimen.
Aunque es evidente que a estos comerciantes y hasta “importantes empresarios”, no se les da “un apoyo”, hay una relación de conveniencia en donde prevalece igualmente el interés por mantener la lealtad y buscar la protección necesaria para que su relación comercial subsista.
Será este comerciante o empresario quien incluso, pedirá favores a la autoridad para que alguno de sus “proveedores” no sea detenido o inclusive, será el factor clave para poner a uno en contacto con el otro, ya sea para una relación de corrupción, o para que “le brinde la atención”, en caso de ser necesario.
Estereotipar el concepto de “base social” del crimen nos reduce la visión a un grupo relativamente pequeño, que incluso cuando reciban el apoyo, no siempre significará que estén de acuerdo o que brinden cobijo a una actividad delictiva.
La base social también se encuentra en otros sectores, mucho más visibles, que sin “ensuciarse las manos”, reciben y multiplican las ganancias del delito.