El 12 de agosto conmemoramos el Día Internacional de la Juventud. ¿Tenemos una idea general de cuáles son las características y problemáticas de este sector?
La necesaria invocación de los datos del INEGI apunta a que en México hay 30.7 millones de jóvenes, considerado como el grupo que tiene entre 15 y 29 años. Se trata de una cuarta parte de la población total del país.
Cuatro de cada diez acreditaron la secundaria como nivel escolar máximo alcanzado. El 67% de los hombres jóvenes y el 40% de las mujeres jóvenes son parte de la población económicamente activa.
Es decir, 6 de cada diez jóvenes no siguió estudiando al terminar la secundaria, mientras que 3 de cada 10 hombres y 6 de cada 10 mujeres, no producen.
En el 2018, el 40% de las personas asesinadas tenían de 20 a 24 años.
Los homicidios de jóvenes son cometidos generalmente por victimarios con características muy similares. Se quita o se pierde la vida como “un método” para obtener la hegemonía delictiva en un territorio.
Desde hace más de diez años, las y los jóvenes, se han convertido en instrumentos desechables de las organizaciones delictivas, que encuentran en aquellos que no trabajan ni estudian, pero que buscan satisfactores inmediatos, a sus reclutas.
Se les inicia en la vida delincuencial en muchas ocasiones durante la adolescencia, cuando la rebeldía y el deseo de autonomía, los impulsa a tomar mayores riesgos con tal de destacar. Pueden comenzar con tareas de vigilancia en una zona, “ascender” a la venta de droga, al robo, al secuestro y al homicidio por encargo.
En todos los casos, si son detenidos por la autoridad o asesinados por grupos contrarios, son reemplazables para la estructura delictiva.
En el caso del narcomenudeo, debido a factores que requerirían un largo y reflexivo análisis por separado, son frecuentes los casos de jóvenes que registran 5, 10, 15, 20 detenciones… y regresan a las calles… en el caso de zonas disputadas, en ocasiones ser detenidos y pasar unos días tras las rejas, significa seguir con vida un rato más.
Si alguien requiriera una motivación adicional para detener a liderazgos de estructuras criminales, evitar la cooptación de jóvenes y la consecuente pérdida de vidas, pudieran ser razones muy poderosas.
El patrullaje, la denuncia ciudadana y los pequeños esfuerzos de inteligencia permiten detener a muchos jóvenes con actividades delictivas, que son quienes hoy saturan el sistema penitenciario. Las autoridades pueden seguir llenando las cárceles, mientras en paralelo, los grupos delictivos siguen reclutando jóvenes, que también serán sustituibles.
Detener al “adulto” que paga, el que ordena, el que recluta, el que importa armas, el que no expone el pellejo en la calle, el que no se ensucia las manos, es una decisión clave para la pacificación del país y especialmente, para proteger a las y los jóvenes del crimen.