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El Jefe Porfirio

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  • Sophia Huett

Mucho me empeño en afirmar que ser policía, es una de las mejores profesiones del mundo. Aunque, admito, hay días en los que el corazón se estruja ante la dolorosa realidad que se vive al ser policía en México. El caso más reciente es el del Maestro Porfirio Sánchez Mendoza, quien fuera secretario de Seguridad Pública de Aguascalientes. El Jefe (título con el que se reconoce la trayectoria y liderazgo en el ámbito policial) Porfirio fue parte de las primeras generaciones de la Policía de Investigación en México, primero como como policía judicial federal, luego como agente federal de investigación y finalmente como policía federal.

Con una amplia trayectoria y diversas posiciones en Policía Federal, era un mando que vivía la calle. Una de las tantas vivencia que en su vida policial se incluyen y que dan muestra de los riesgos que a diario se viven, fue cuando al cumplimentar una orden de aprehensión en Guerrero, el detenido le disparó.

El Jefe Porfirio repelió la agresión de forma fulminante contra el delincuente, pero no salió sin daño, pues las lesiones recibidas pusieron también en riesgo su vida. Afortunadamente “la libró”.

Con un trabajo consistente, efectivo y discreto, en 2018 fue nombrado como Secretario de Seguridad Pública de Aguascalientes. Y siguió siendo un hombre discreto, hasta que el año electoral llegó.

En el mismo año que había que elegir titular del Ejecutivo, se le acusó de tortura y fue detenido. Nada se le pudo acreditar, salvo que pasó 7 meses en la cárcel, siendo inocente. Con una sentencia absolutoria, la Gobernadora Tere Jiménez, en una decisión ejemplar de justicia y respeto, lo nombró como su Secretario de Seguridad. Hubiera sido fácil considerarlo un “cartucho quemado”, más aún en tiempos políticos, pero su trabajo y prestigio, así como la madurez de la Gobernante, permitieron la continuidad. Por todo ello y mucho más, la noticia del accidente aéreo en el que perdió la vida, junto con cuatro compañeros más, fue tan dolorosa. El Jefe Porfirio falleció en cumplimiento del deber en un accidente, en el que incluso, las maniobras se orientaron a no causar daños a la población en tierra.

Mientras los momentos captados por las cámaras en su despedida reflejan policías con lágrimas en los ojos, con una tristeza profunda, solo comprensible por algunos, las notas mediáticas dieron otra vista. “Cercano a García Luna”, “Encarcelado por tortura”, “Sospechosísimo accidente”. ¿De verdad la mayor referencia que se puede hacer a la vida de alguien, por valiosa que sea, es su “cercanía con”? ¿De verdad estamos sentenciados las y los policías a una narrativa simplista?

No es el caso confirmar o descartar la relación con un mando satanizado políticamente sin que haya condena al momento, sino hacer evidente la siniestra costumbre a relacionar a cada persona que ha tenido un desarrollo institucional, con un objetivo político de denostación.

No, el Jefe Porfirio, como todos y todas las policías de México, tiene una trayectoria propia, logros propios, una confianza personal e institucional lograda, resultado de una vida de servicio y vocación a México. Ojalá la preocupación de quienes sugieren algo oscuro en el accidente, fuera genuina hacia las y los policías que hoy en vida, se ponen en riesgo en cada acto de servicio. A la familia, amistades y compañeros del Jefe Porfirio, nuestra solidaridad, condolencias y cariño.

Sophia Huett

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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