Partamos de lo básico: un doctor o doctora no es, propiamente dicho, quien nos da consulta cuando tenemos alguna enfermedad. Aunque también las y los médicos pueden serlo.
Cuando alguien concluye un Doctorado, obtiene el grado académico de doctor, el último y más importante grado académico.
Para el caso de México, de acuerdo a la OCDE, la educación a nivel doctoral es muy limitada y con pocas áreas de estudios. Se calcula que solo el 0.1% de la población de 25 a 64 años en México tiene un doctorado; en el presente ciclo escolar, 8 mil 774 mexicanas y mexicanos obtendrán este título y poco más de la mitad egresaron de una institución privada.
El 38% obtuvo el grado doctoral en el campo de la educación, el 25% en negocios, administración y derecho. El 10% se inclinó por conocimientos relativos a ciencias naturales, matemáticas y estadísticas. Siguiendo con los números, tener un doctorado en México, representa una tasa de empleo de 8% mayor a quienes tienen una maestría.
Otro dato básico y obvio: necesitamos policías, hombres y mujeres, profesionalizados.
¿Y qué tiene que ver con el grado académico de doctorado?
Mucho. O lamentablemente y de acuerdo a la realidad, casi nada.
A las academias municipales y estatales ingresan aspirantes con el grado máximo de preparatoria concluida. En el mejor de los casos. La profesión policial no le es atractiva a un gran número de universitarios, aún y cuando para muchas carreras es su ámbito natural de desempeño.
Cada vez más frecuente que en academias estatales e incluso municipales se brinde una o varias licenciaturas, a fin de brindar opciones de preparación para las y los integrantes de las instituciones policiales.
Algunas Academias ofrecen el grado de maestría en el ámbito de la seguridad, así como también cada vez más instituciones educativas púbicas y privadas.
¿Y el Doctorado?
En una de las demandas más altas de la sociedad en estos tiempos, como lo es la seguridad, requerimos funcionarios y funcionarias públicas que cada vez tengan una mayor capacidad de ofrecer soluciones, con pensamiento crítico y amplio conocimiento de los factores que inciden en la creación de políticas públicas a favor de la paz y tranquilidad de las familias.
Es decir, doctores y doctoras.
¿Cuántos de esos 8 mil 774 titulados anuales de doctorados corresponden al ámbito de la seguridad?
Sumando ciencias forenses, investigación criminal, ciencias penales, política criminal y criminología, este año se titulan 38 especialistas con grado de doctorado. Bajo el título de ciencias policiales o seguridad pública, ninguno.
¿De verdad es lo que el país necesita y merece?
Es uno más de los síntomas de que a la seguridad pública México no se le toma en serio. Ni en el desarrollo y continuidad de las instituciones, ni en el interés por ofertar opciones educativas para la formación continua, de las y los policías de este país.
En todo gobierno hay nombramientos políticos en el área de seguridad. Serían menos dañinos a las instituciones si al menos, en lo académico, habláramos de conocedores en el tema.
Parece un esfuerzo en solitario o solo de casa. Además de institutos de capacitación estatales, hay pocas opciones para que un o una policía que desea seguirse preparando, pueda lograr un mayor grado académico.
Solo esfuerzos hechos con pasión, vocación y algo de la necedad necesaria que se requiere para ir contra corriente, logran concretarse y abrir brecha.
Uno de estos esfuerzos es el que realiza el IMIDECIP.
Sophia Huett