Que México vaya dando tumbos futbolísticos de mundial en mundial no es novedad. En realidad la nota la dan cada cuatro años los incautos que venden hasta la camisa para viajar de “porristas” y buscar sus 10 segundos de fama en TV disfrazados de lo que sea en las gradas.
Tampoco es nuevo que, en general, el deporte nacional sea una famélica colección de garbanzos de a libra que se recuerda con nostalgia. Y es que, con escasas excepciones, no hay gobierno que haya tomado el deporte como un asunto de importancia; increíblemente no le encuentran la utilidad a promoverlo en serio. El futbol es apenas un ejemplo de la historia de fracasos deportivos nacionales; erróneamente hay quienes piensan que el asunto es solo un hobby sin mayores consecuencias.
Sin embargo, como un programa sostenido, estructurado y con objetivos claros sobre todo a largo plazo y ajenos a la política, en muchos sentidos la práctica del deporte puede ser un motor social.
Primero, lo obvio, es mantener a la población (sobre todo menores de edad) alejados de los vicios. Esto incluye al sofá de los videojuegos.
Luego, también lógico, se ahorrarían millones y millones de pesos anuales en servicios de salud para atender los graves padecimientos derivados de la obesidad y el sedentarismo.
Además (y a partir de aquí es donde algo extraño nubla el criterio de los mandatarios) es fundamental para que la ciudadanía asimile el trabajo en equipo, la disciplina, constancia, esfuerzo, espíritu de competencia, y un largo etcétera de actuales carencias sociales…
Tampoco notan que se multiplicaría exponencialmente el impulso económico con la comercialización de insumos deportivos, uniformes, balones, calzado e innumerables implementos para practicar.
Claro que no todo ciudadano se volvería un atleta profesional, pero hay una infinidad de aspectos positivos históricamente soslayados por ver al deporte solo como un entretenimiento, cumpliendo de compromiso con las infames clases de "educación física", que quedan truncas apenas pasando el nivel básico.
Pero volviendo a los de la patética selección de futbol, ese millonario negocio privado de unos cuantos, quienes mecen la cuna al menos deberían tomar consciencia del rol motivador para las nuevas generaciones que desdeñan con sus nulos resultados. Pero a ellos no les importa, ellos ya cobraron.
Mientras, seguiremos siendo un pueblo de gorditos comiendo chicharrones y bebiendo cerveza mientras hacemos corajes frente al televisor.
@villafuerte_sr