Al igual que mi hermano, nací en el Issste. Mi madre y mi padre siempre se han atendido ahí, afortunadamente nunca han tenido una enfermedad grave.
Como millones de mexicanos estoy agradecido con esta institución, pero tenemos que ser reales: nuestros servicios de salud pública requieren, desde hace mucho tiempo, una inversión de recursos sin precedentes.
Es triste ver que la salud de calidad sea, en la mayoría de los casos, un beneficio casi exclusivo de quienes pueden pagar un seguro de gastos médicos o sufragar los de un hospital privado cuyo costo puede significar todo el patrimonio de una familia y dejar miles y miles de pesos en deudas.
Ni qué decir de los 72 millones de mexicanos que no tienen acceso a la seguridad social, prácticamente estamos hablando del 60% de la población nacional. Hay que decirlo como es, la mayoría de los mexicanos sale todos los días a jugarse la vida sin una red de protección que cuide su salud.
No es un tema exclusivo de alguna institución pública, en todas hay casos que nos deben doler y lastimar como sociedad. Soy el primero en reconocer el esfuerzo diario de ese personal comprometido, tanto en las áreas administrativas como en las de atención médica, donde muchos disponen de recursos propios para suplir carencias.
Creo que el tema debe verse de fondo y debe ser una prioridad para los gobiernos. Hay muchas tareas importantes pero, sin salud, ninguna es realmente importante después de todo.
Detrás de cada caso hay historias difíciles, muy difíciles. Lamentablemente, nacer en México es sinónimo de luchar contra las desigualdades y una de las que más duele es la de la salud.
Lo más grave es cuando en este tema empezamos a ver a las personas como números e indicadores y perdemos conciencia de que, detrás de cada número, hay una persona, una familia, una historia y un futuro que quizá no será.
Desviar un solo peso de recursos destinados a salud, tener un aviador, tener una ganancia por corrupción en la venta de medicamentos o equipo muy probablemente nunca se vaya a sancionar en este país, pero creo firmemente que, si no es aquí, en algún otro lado será.
Hay que tener corazón. Mi solidaridad con todas las familias y personas que viven momentos complicados de salud y no encuentran respuestas. _