Soy un periodista vendido, al menos eso dicen. Cuando mis textos de alguna forma critican a un gobierno, me debo a la oposición. Cuando mis letras reconocen alguna decisión pública, he sucumbido ante el poder.
No importan las citas, tampoco importan los hechos; lo que importa es leer información que refuerce nuestras creencias y rechazar todo lo que las contradiga. No hay prueba en contrario que valga.
Bienvenidas las fuentes de información que refuerzan nuestras opiniones y vayamos después a quejarnos de la polarización y del fanatismo.
Muchas y muchos tendemos a distorsionar la información para que se ajuste a nuestras creencias. Muchas y muchos tienden a no expresar sus opiniones si se perciben minoritarias, por temor al rechazo.
El tiempo con el mayor crecimiento en la información disponible es también un tiempo de enorme desconfianza; es un momento que, lejos de abrirnos más a escuchar, nos está encerrando en burbujas que solo nos muestran contenidos y personas afines.
O es falso, o está manipulado. Somos tribus y los que están de este lado están en lo correcto y a los que están enfrente, hay que descalificarlos.
Dudábamos de los contenidos en los grandes medios de comunicación porque empresas vendían audiencias a otras grandes empresas y no se creía en la información presentada.
Hoy el formato es igual, aunque quizá como nunca damos por cierta la interminable información en las redes que es afín a nuestras creencias, y desestimamos con fuerza la información y a las personas que presentan una opinión diferente.
No trato de convencer a nadie de nada. Todas y todos tenemos creencias y también tenemos intereses; justo por eso, deberíamos estar más dispuestos a cuestionar cómo consumimos información y cómo fijamos un criterio.
Pero, sobre todo, deberíamos estar más dispuestos a escuchar y a leer con suficiente apertura y conciencia contenidos que en principio podrían no gustarnos. Y algo muy importante: que las mayorías no terminen acabando con las minorías; que los algoritmos no sepulten las causas ni el sentir de nadie, porque todos tenemos algo que expresar.
Soy un periodista vendido, eso dicen muchas personas, cuando leen algo que no reafirma sus creencias y yo les digo que esta época exige ver más con los ojos de otros, escuchar más con sus oídos y sentir más con su corazón.