La corrupción es un cáncer que frena el desarrollo económico y social de México; sus síntomas los padecemos todos, en mayor o menor medida, incluso los más corruptos.
Por corrupción se aprueban proyectos económicos que dañan terriblemente nuestro medio ambiente, por corrupción tenemos sistemas de educación y salud de baja calidad que terminan condenando a muchos a la muerte y a la pobreza; por corrupción la impunidad en México es mayor al 99%.
Normalmente se suele señalar de corrupto al servidor público que accede a una acción o a una omisión a cambio de un beneficio, pero pocas veces señalamos al que entregó esos recursos. Corruptos son tanto los funcionarios de gobierno como los privados que alimentan este cáncer.
Corrupto el tránsito que acepta “la mordida” y corrupto el automovilista que pagó para tener una sanción menor a la establecida en el reglamento; es la otra pandemia de México, la que lleva mucho tiempo, la que ocupa todos los rincones del país.
Por ello, estoy convencido que sin excepciones de colores políticos o de estratos sociales se tiene que combatir, y con esto quiero decir que les toca a los gobiernos combatir la corrupción no solo de las administraciones anteriores sino también de la actual, y que no solo deben pagar las esferas más vulnerables; es tiempo de que en las altas esferas, donde también se cometen delitos, haya sanciones.
Sin embargo, mientras esto sea un tema de voluntad de una persona y no de verdadera solidez institucional, veremos un combate a la corrupción sesgado al tiempo político.
Nuestra lucha como país debe estar enfocada a construir instituciones más allá de la coyuntura. Hacia adelante veremos una novela; la novela que nos quieren proyectar, ¿disminuye con eso la corrupción? Yo creo que no.
La novela de los escándalos de corrupción está empezando, una vez más toca a los gobiernos anteriores como si en el presente no existiera, y ocupará gran parte de la agenda pública porque las cosas en el país no van bien.
A nadie extrañe si en unos meses se justifica la terrible situación económica como una consecuencia relacionada con el caso. Se debe sancionar a los corruptos; pero sin instituciones fuertes, podríamos estar en un círculo vicioso, castigando a los anteriores, sufriendo a los actuales y esperando a los que vienen.