Política

Revoluciones de la dignidad

Leía Identidad, el libro del politólogo estadunidense Francis Fukuyama. En sus páginas, Fukuyama recuerda lo ocurrido el 17 de diciembre de 2010 en Túnez cuando un policía confiscó los productos de un carrito de verduras y la balanza de un vendedor ambulante por no tener permiso, y le escupió en la cara.

El vendedor fue a la oficina del gobernador para quejarse y recuperar su balanza, pero el gobernador se negó a verlo. Ante la desesperación se roció con gasolina y se prendió fuego mientras gritaba: ¿cómo quieres que me gane la vida?

Este lamentable hecho incendió a todo el mundo árabe. La noticia se propagó y provocó lo que se conoció como la Primavera Árabe. En Túnez, menos de un mes después renunció y huyó su dictador.

En Egipto también fue expulsado del poder su dictador en febrero de 2011, y hubo protestas y levantamientos en Libia, Yemen, Bahréin y Siria. Lo que unía a todos estos manifestantes era el resentimiento por haber sido humillados e ignorados por sus gobiernos.

Fukuyama se plantea la pregunta: ¿por qué, de repente, las masas arriesgaban la vida en respuesta a un incidente? Especialmente si se considera que el mundo árabe llevaba décadas con gobiernos autoritarios y dictatoriales.

El vendedor ambulante de Túnez, Mohamed Bouazizi, no era un manifestante ni un preso político, era un ciudadano común. Le quitaron los bienes a partir de los cuales se ganaba la vida, lo humillaron y, cuando quiso quejarse y recibir justicia, nadie lo escuchó.

Fukuyama nos dice: “El Estado no lo trató como a un ser humano: es decir, como un agente moral digno de respeto, que al menos habría merecido una explicación o una justificación… Para millones de personas en el mundo árabe, su autoinmolación cristalizó la sensación de injusticia que sentían hacia los regímenes bajo los que vivían”.

Cuando se pierde toda esperanza y cuando se falta a la dignidad de las personas, la violencia se desata. Si el Estado no da respuestas ante una inseguridad creciente, las opciones políticas agotan los discursos, la pobreza crece y la sensibilidad solo existe en campañas y no en el poder, están los elementos para que un día tengamos otro movimiento.

O nos encaminamos a una vida digna, o veremos algo que hoy todavía parece impensable. _

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Saúl Barrientos
  • Saúl Barrientos
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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