Si usted se enterara que una empresa ordenó un recorte del 75% de su presupuesto en servicios generales (agua, luz, teléfono, internet, arrendamientos) y en materiales y suministros (impresiones, combustible, refacciones, etc.), esto no sería visto nunca como una medida de austeridad, sino como el cierre de la empresa. La Secretaría de Hacienda ha pedido esto a todas las dependencias federales, lo que en realidad representa el cierre del gobierno.
Dicha medida lleva consigo un reconocimiento que la mayoría de las dependencias del gobierno federal no funcionan (por la falta de recursos, de capacidad real para la toma de decisiones en un esquema tan centralizado, o por ineficiencia); y en este sentido, es todavía más triste que si muchas cerraran por completo, tampoco habría gran diferencia. Este gobierno es en realidad: apoyos sociales y la ejecución de proyectos que emocionan a una persona.
La cerrazón llega a extremos tales que se ha propuesto por parte de Morena la cancelación de fideicomisos tan importantes como los fondos para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas; de Desastres Naturales; para atender a la Población Rural afectada por las Condiciones Climatológicas; el Fondo de Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, así como de investigación científica, deportivos y para el cine. Tampoco nadie en el mundo entiende por qué el Presidente aborrece la generación de energía con fuentes limpias y sigue apostando por energías fósiles. Desde nuestra perspectiva, no se están generando incentivos para que los grandes capitales inviertan, la clase media es por mucho la más afectada, y habrá más pobres.
Millones con apoyos sociales, pero todos con menos posibilidades de salir adelante y conectados a un respirador llamado gobierno.
El Inegi recientemente estimó que 12 millones de personas dejaron de percibir ingresos en abril y no tienen certeza de continuar trabajando; esto equivale a toda la población de la Ciudad de México y de Tamaulipas juntas.
Hay un panorama de terror y muy pocos lo están señalando. Parafraseando a Churchill, vale la pena recordar que el que se humilla para evitar un conflicto, tendrá la humillación y también tendrá el conflicto.