La mayoría de los partidos políticos de México vive una crisis que me gusta contextualizar en dos grandes rubros: primero, tienen una crisis de identidad y por lo tanto de propuesta; y segundo, se han convertido cada vez más en organizaciones de grupo y cada vez menos en instituciones ciudadanas.
Insisto, hace mucho que no se entiende lo que representan ni qué proponen y, en muchos casos, hace tiempo que no generan cuadros políticos con liderazgo real. Mientras la lealtad incondicional -sumisión total- sea la principal característica para crecer en una carrera política y no la capacidad o el arraigo con la gente, seguiremos teniendo políticos muy “chafas”.
La premisa de muchos pareciera ser: el partido pequeño, pero nuestro. Entendiéndose por nuestro no a miles de militantes que presumen, sino a unos cuantos. Los espacios que se dan son los que no tienen posibilidades de éxito o de plano los obligados.
La crítica al gobierno es la salida fácil para decir que se está haciendo algo. Se levanta la voz para pedir democracia en el país, pero no para pedir democracia al interior de sus institutos políticos.
Una encuesta publicada en diciembre muestra que hoy en los partidos de oposición hay pocos perfiles competitivos rumbo al 2024. Salvo Luis Donaldo Colosio o Ricardo Anaya, no hay quien muestre buenos niveles de intención de voto hasta este momento.
No ayuda a los partidos el constante cambio de cuadros políticos, aunque con el momento que viven es más que comprensible. Al final, volvemos a apostar por las personas.
Creo que nunca hemos salido del México de caudillos y caciques, y un México así dificulta enormemente cualquier avance. Ninguna persona por buena que sea puede garantizar una mejora constante en el país. Las personas somos de paso, mientras que las instituciones perduran en el tiempo. Piensa en tu gobierno municipal, estatal y federal, del partido que sea. ¿Cómo van con los problemas públicos? No existen soluciones mágicas, solo el esfuerzo de años y años. Los partidos políticos son o deberían ser los instrumentos para garantizar la continuidad de esos esfuerzos.
Ya nos gobernó el PRI, PAN y Morena, nos puede gobernar cualquier partido; pero si no institucionalizamos las luchas y los progresos, seguiremos dependiendo de líderes con aciertos y errores personales. En los partidos descansa parte de la democracia. _