Gómez Farías, en Tamaulipas, es mucho más que un nombre en el mapa. Es la puerta de entrada a la Reserva de la Biósfera El Cielo, un santuario natural que resguarda una de las biodiversidades más valiosas del país.
En los últimos días, sus calles y caminos quedaron bajo el agua tras las fuertes lluvias, pero en medio de la emergencia surgió un gesto que nos recuerda lo mejor del ser humano.
Don Ángel Sierra protagonizó uno de esos actos que conmueven y enseñan. Mientras el agua subía y muchos buscaban ponerse a salvo, él se mantuvo firme al lado de su compañero más leal: su perrito.
Con evidente dificultad y sin otra ayuda más que su voluntad, lo cargó, le ofreció apoyo para juntos avanzar entre el agua, sin importar el cansancio o el riesgo. La imagen se volvió viral y no fue por casualidad, sino porque toca una fibra muy profunda.
En medio del desastre, lo que brilló fue la lealtad, la responsabilidad que se asume sin buscar aplausos, el cariño que no abandona, el corazón que actúa.
Ese momento, registrado por una cámara casual, refleja una verdad poderosa: las mascotas se han vuelto, para muchos y quizás como nunca, nuestra familia.
E insisto: no se trata solo de una historia emotiva, sino de una lección de valores. Su gesto también es un reflejo de una comunidad solidaria, una sociedad que no deja atrás a nadie.
Sé que no se puede generalizar, pero en el campo encontró acciones y valores que parecen perdidos en la ciudad; en personas que dedican su vida a la agricultura y la ganadería he encontrado más valores que en profesionistas con altos grados de estudio.
Hoy su historia se comparte, se comenta y se celebra, pero ojalá también se recuerde. Porque el agua bajará, pero en el campo y sin tanta presencia en redes sociales, hay acciones y personas que tendríamos que reconocer y abrazar mucho más como sociedad.
Don Ángel no sólo cuidó a su perro; cuidó también una forma de entender la vida, donde el compromiso, la ternura y la lealtad siguen teniendo sentido.
Entre tantos temas de coyuntura, de reformas, disputas y cifras, hoy elegí hablar de Don Ángel y su perrito, porque somos de paso, y qué mejor que detenerse un momento y mirar hacia quienes, con gestos sencillos, nos recuerdan el verdadero sentido de la humanidad.