Difícil que alguien mantenga una comunicación escrita por un medio que no sea digital. Las oficinas de servicios de correo, agobiadas por las nuevas tecnologías, parecen ya más un museo.
Quizá mi generación fue la última que alcanzó a dimensionar su función; pero lo que realmente importa es el objetivo y no el medio. Ojalá que así fuera por redes sociales, la gente no perdiera la costumbre de escribir una carta, un pensamiento, algún verso que vaya más allá de un ícono o de alguna abreviatura.
Me conoces bien. A pesar de mi edad, en muchos sentidos, me niego a acoplarme plenamente a esta revolución tecnológica al grado que prefiero las visitas y llamadas a los mensajes y he vuelto a imprimir las fotografías familiares para llenar nuestros álbumes.
No cabe duda que como decía Gregorio Marañón, la rapidez que es una virtud, engendra un vicio que es la prisa.
El motivo de esta carta, papá, es agradecerte lo que has hecho no solo por mí, sino por la familia. Me parece prácticamente increíble que no pueda recordar una sola discusión entre mi mamá y tú.
Me parece increíble que hayas encontrado la forma de educar a dos hijos completamente opuestos. Ninguno mejor que el otro, simplemente diferentes.
Me parece increíble que sea heredero de un nombre del cual nadie se podría expresar mal. Todas las palabras que he escuchado sobre ti, incluso de manera indirecta, son palabras generosas, de reconocimiento. Me parece increíble el abuelo que eres ahora. Enseñando a tu nieto a hacer las cosas del hogar y a entender la vida.
Me parece increíble, papá, que aún con este gusto que tengo desde niño por la política, peligrosamente combinado con un carácter fuerte y una buena dosis de orgullo, hayas sabido encauzarme para no perderme, para saber que vale más un buen nombre y una conciencia tranquila que la más exitosa de las carreras políticas.
Decía San Agustín que el bueno será siempre libre aunque sea esclavo; el malo será esclavo aunque sea rey. Gracias a ti siempre he tenido eso claro.
Papá: has hecho todo para que seamos hombres de bien y pensándolo bien no me parece increíble; los grandes hombres hacen grandes acciones y para mí, como cualquier hijo que admira a su padre, eres increíble. Feliz día del padre a ti y a todos los que hicieron o siguen haciendo cosas extraordinarias por su familia. Donde quiera que estén, mi reconocimiento. _