Los partidos políticos son la consolidación democrática, resguardan sus planes frente a los desafíos ciudadanos de la estabilidad del orden de un sistema. Por lo tanto, son la vía de exclusión de todos los sectores sociales, representan el papel del vehículo para la promoción de nuevos líderes políticos.
Estimulan el desarrollo en valores e ideologías, permitiéndoles contar con una base social que comprenden a distintos grupos sociales en estrechas inquietudes de carácter étnico y clases sociales, las cuales reflejen la opinión nacional.
A pesar del creciente interés de los sistemas partidistas en los círculos de poder, así como en la sociedad en general, en los países que aplican la democracia participativa, aunado a que son el impacto de los cambios y los reformadores de las naciones. Desde luego, los partidos políticos son la base de los efectos de la innovación del Plan de Desarrollo del país.
En México, el Partido Revolucionario Institucional aún no ha entendido la necesidad del cambio en su forma de hacer política, ni las perspectivas ciudadanas de la transición de la nación que puede aplicar por medio de los partidos. También se ha desvanecido la cercanía de la gente que les llevó en la última elección a una gran derrota.
Todo parecía que era su única posibilidad de transformar su órgano político a una organización que comprende la necesidad del cambio al interior del partido y con la sociedad mexicana para lograr estrechar esta relación y limpiar su imagen como partido del pueblo.
El PRI hidalguense, con todo y la derrota, aunado a la mala imagen que tiene en el estado, solo le ocupa unir a los líderes tradicionales. No han aprendido que el hartazgo de los hidalguenses, fundamentalmente ellos lo provocaron.
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