Al hablar del poder político, los dos aspectos centrales que se tocan son identificación personal y la ambición. Esos dos conceptos se encuentran íntimamente ligados al fracaso y a los intereses personales.
Para obtener algunos logros, esta visión se aplica al ámbito de la política vacía de fondo, de ideología, de doctrina y causa.
Casos que permean un debate sobre el perfil de cada líder, de su identificación con el pueblo.
Y es debido al nivel de la ambición y la naturaleza maligna de la misma, que ha sido reconocida como un peligro venenoso que aleja la racionalidad, en el mismo sentido se caracteriza en las personas que buscan satisfacer sus intereses personales, fallando a la población y la comunidad.
Después de especulaciones por las candidaturas a la gubernatura de Hidalgo, no faltó la aparición del ambicioso Francisco Xavier Berganza quien, colgado de Morena fue diputado local y después de que no fue tomado en cuenta como precandidato, pide licencia para llenar su ambición política, sabiendo que es uno de los pocos que fue rechazado por PRI, PAN y últimamente Morena y ahora se viste de naranja por Movimiento Ciudadano para tener la posibilidad de estar en la boleta, luego de fracasar en su registro como candidato independiente al no conseguir más de 800 firmas.
Siempre la ambición gana a la razón; ahora, deja su suerte a un partido que ha perdido el registro en el estado, que revela su realidad como político fracasado que nunca ha tenido la intención de servir ni al pueblo ni a la comunidad, la cual algunas veces ha confiado en él como cantante, pero no como político.
