La indignación es selectiva para los activistas de redes. Esto se demuestra claramente con las detenciones arbitrarias de 2 mujeres artistas en Rusia.
Recientemente, Rusia condenó a " Yevgenia Berkovich y Svetlana Petrychuk a seis años de prisión cada una. ¿Causa?
Las autoridades sostienen que su obra de teatro "Finist, el Valiente Halcón" justifica el terrorismo, lo cual es un crimen en Rusia punible con hasta siete años de cárcel. Tanto Berkovich como Petrychuk rechazan las acusaciones. Ellas alegan que por el contrario se buscaba lo contrario con su obra. Incluso, la obra contó con el respaldo del Ministerio de Cultura y que ganó la Máscara Dorada, el mayor galardón teatral de Rusia. En 2019, la obra fue leída a las reclusas en una prisión de mujeres en Siberia, y el servicio penitenciario ruso lo alabó en su sitio web, dijo el abogado de Petrychuk. No obstante, a partir de la guerra con Ucrania toda critica al conflicto armado, opinión disidente es castigado con penas penitenciarias sin mesura. Un ejemplo de ello es el caso de Oleg Orlov, cofundador de la disuelta ONG Memorial (que recibió el Nobel de la Paz en 2022), fue condenado a dos años y medio de cárcel por sus reiteradas críticas a la ofensiva contra Ucrania.
¿Y la indignación en redes? En esta ocasión, poco se ha levantado la voz por este tema. A diferencia de otras ocasiones donde los ciudadanos de estos metaversos se rasgan las vestiduras o convocan a trending topics masivos, el silencio abruma. En una sociedad, al menos en lo virtual que nos hemos acostumbrado a las manifestaciones de indignación a comediantes, políticos y cualquier persona que tenga contenido en línea incluso por frases o comentarios décadas atrás resulta increíble que la violación a la libertad de expresión y su desmesurada sanción pase casi inadvertida.
Pero más llama la atención que no solo pasa en relación con Rusia. Cada vez es más común que condenas hacia activistas de los de carne y hueso , o mujeres en países con regímenes extremistas pasen en el silencio de los activistas y redentores de redes. Lo cual demuestra que entre los iguales hay unos más iguales que otros. Que solo se reivindican las causas que generan “likes”, aquellas que dan popularidad y no las que incluso pueden causar incomodidad.
Eso y el silencio de los llamados líderes de opinión marcan también tendencia. Cuando hablamos de líderes de opinión no son aquellos que el círculo rojo se ha empeñado en mantener como gurús de la opinión y cada vez pierden más terreno sino aquellos que han hecho del ciberespacio su trinchera. Desgraciadamente, en el desprecio de periodistas y profesionales de la comunicación por redes como Tik Tok, han dejado esos espacios libres a influencers y activistas de redes que solo publican aquello que vaya de acuerdo con sus intereses de viralidad y no de comunicación.
Y así, en la llamada generación más informada, nos volvemos realmente rehenes del algoritmo y de la indignación de otros, que esta condicionada por likes. Somo la generación del activismo cool.