En los tiempos de la corrección política y los extremistas, ni los chocolates están a salvo de ser linchados. Esto lo comprobó M&M cuando, queriendo sacar ventaja de causas a través de supuestas acciones de inclusión, terminó eliminando su estrategia de mercado más conocida al no poder salir del propio lazo que ellos se tendieron.
Sí, la marca de golosinas multicolores, que a lo largo de 30 años había utilizado –a manera de voceros– animaciones de diferentes lunetas dándoles una personalidad propia a cada una, optó por retirar a estos literalmente dulces personajes al no poder controlar una controversia generada por ¡un cambio de zapatos!
Tan ridículo como se lee, lo es aún más. Hace un año, los personajes de caramelo de M&M’s, específicamente los que representan mujeres, cambiaron los zapatos que habían lucido desde su debut en la década de los 90. La luneta verde, que tenía unas botas altas con tacón, y la de color café, que portaba tacones de aguja, mudaron su calzado por tenis y tacones anchos, respectivamente.
Tan pronto surgió el cambio hubo fuertes pronunciamientos, entre ellos una campaña que pedía volver a hacer “sexy” al chocolate de color verde, la cual alcanzó las 20 mil firmas. La controversia alcanzó incluso a los medios: la revista Rolling Stone publicó que este personaje “reclamaba su derecho a ser una ‘pequeña mujerzuela’”. The Washington Post consideró que el cambio “no era progresista”.
Unos meses después, a la campaña ya de por sí polémica se incluyó un nuevo personaje femenino de color morado, con la que la marca buscaba unirse a las causas sociales “vinculadas a la inclusión y la aceptación”. En este momento fue cuando Fox y otras cadenas de corte conservador apostaron por señalar como excesivos esos cambios.
Y es que los famosos chocolates cayeron víctimas del llamado Purple Washing, un término que designa las prácticas que algunas empresas utilizan para mejorar su imagen por medio de campañas a favor de la igualdad de género, sin que haya un compromiso real con esa causa. Es el equivalente al Greenwashing supuestamente proambientalista, y al Rainbow o Pinkwashing para adherirse al mes del orgullo gay.
Y es que, en la época de la corrección, las empresas han entendido que hay que ser feminista, animalista, inclusivo, y lo que se sume al menos de apariencia, aunque esto no implique un cambio real en sus estructuras… exactamente igual como pasa en la vida cotidiana. Y como en la vida diaria, cuando estos cambios no son sino fachas, se desmoronan en sus intentos al no tener planteamientos ni acciones de fondo.
A M&Ms le va a quedar claro, o tal vez no, que la inclusión no la da una luneta morada. Que habemos mujeres que usamos tenis, y otros tacones y ambas somos iguales de válidas. Que no existe el outfit de la feminista adecuada y que cuando comemos chocolates, solo queremos llenarnos la boca de caramelos y no de prejuicios y estereotipos.
Por Sarai Aguilar Arriozola*
@saraiarriozola
*Doctora en Educación, Máster en artes con especialidad en difusión cultural.