Cuando los dictadores pierden piso, no conciben que nadie les dispute el reinado… ni siquiera una reina de belleza.
Eso parece estar pasando en Nicaragua, donde el ya demencial dictador Daniel Ortega ha terminado por dar (más) muestras de su errático ejercicio de poder absoluto al arremeter contra Miss Nicaragua, convertida en Miss Universo, por ver un riesgo en su triunfo.
El presidente Ortega, de 78 años, llegó al poder como líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional que derrocó a un dictador de derecha en 1979. Fue presidente de 1985 a 1990, cuando perdió la reelección, pero fue elegido nuevamente para el cargo en 2006, y desde entonces ha apuntado sistemáticamente contra sus críticos.
En un principio, tras la noticia del triunfo de la nicaragüense Sheynnis Palacios, bajo la dirección de Karen Celerbetti, dueña de la franquicia Miss Nicaragua en el país, todo era o parecía ser felicidad. En las calles había ebullición espontánea, caravanas de nicaragüenses llenos de felicidad y la paranoia oficialista se encendió.
El jueves 24, Karen Celebertti, propietaria de la franquicia de Miss Nicaragua, fue impedida de ingresar al país, y devuelta a México desde el aeropuerto de Managua. Asimismo, apresaron a su esposo e hijo, Martín Argüello y Bernardo Argüello, respectivamente.
La Policía también retuvo las maletas con los vestidos que Sheynnis Palacios usó en el certamen en que se coronó, y que habían sido enviadas por Celebertti desde El Salvador con su esposo e hijo, que llegaron a Nicaragua el domingo 19 de noviembre.
Ante la incertidumbre, salió el comunicado oficial. Tomando como fundamento que en 2018 la ganadora del certamen y su directora y familiares habían participado en las manifestaciones opositoras al régimen, su triunfo lo visualizaron como un atentado a su poder.
“Traición a la patria y conspiración, además de lavado de dinero y difusión de noticias falsas". Fue la acusación del gobierno de Daniel Ortega a Karen Celebertti por propiciar que ganaran reinas contrarias al régimen, y que concluyó con su dimisión y con sus familiares presos al día de hoy, acusados de protestar, lo cual es ilegal en Nicaragua desde 2018.
Por ridículo que esto suene, es el tipo de gobernantes que los países de America Latina están tomando por gusto, aunque después no puedan deshacerse de ellos como es el caso del exsandinista.
Pero el germen del populismo autoritario no es exclusivo de los latinos con Milei, Ortega o Bukele. A últimas fechas se puede observar con zozobra el resurgimiento de líderes que otrora hubiese sido impensable, como es el caso de Donald Trump, si bien su posible candidatura ha sido puesta en duda con el fallo de la Suprema Corte en Colorado que lo retira de la boleta en 2024 en virtud de la cláusula de insurrección de la Constitución de Estados Unidos.
Hay quienes exaltan a Putin, a pesar de tener invadido a Ucrania, o elogian a Giorgia Meloni, primera ministra de Italia, una abierta antiprogresista y cercana a Vox y Santiago Abascal.
A la hora de las dictaduras poco importa si son de derecha o izquierda, pues al final los extremos se encuentran. La pregunta es si el futuro lo único que nos depara es un retroceso a caminos autoritarios que no debieron recorrerse jamás.
Doctora en Educación. Máster en Artes. Especialista en Cultura con enfoque de género.
