La Asociación de Basquetbol de EU (NBA) decidió tomar su papel de agente en la lucha por la justicia social. Semanas atrás anunció que los jugadores podrán escoger entre portar sus nombres o uno de los 29 mensajes de causas sociales o derechos con el cual se sintieran identificados. Tan pronto se dio el aviso, 285 de los 350 jugadores seleccionaron uno de ellos. Los mensajes seleccionados son diversos: Black Lives Matter, Say Their Names, Vote, Justice, Peace, Equality, Freedom, Enough, Group Economics, Education Reform y Mentor, entre otros.
No obstante, hubo excepciones como Anthony Davis, quien anunció que mantendrá su apellido grabado en la parte posterior de su jersey. Argumentó que si bien la justicia social es relevante, quitar su nombre significa negar su proceso personal y familiar.
Y es que, tras una pausa provocada por la pandemia, el retorno a las canchas no será igual. Y no solo por las regulaciones provocadas por el covid-19 sino porque muchos de los jugadores han decidido sumarse como activistas desde su trinchera.
Tras los confinamientos masivos y obligados en los países, han sido cuestionadas las desigualdades, las deficiencias de los gobiernos para proporcionar un acceso equitativo a los servicios de salud, la repartición de recursos y el acceso a la educación. Y no es que antes la pandemia no hubiera sido así. Más bien, la pausa obligada nos hizo tornar nuestra vista hacia lo que habíamos tratado de invisibilizar por décadas.
Estados Unidos es el epicentro del covid, con el número de decesos acumulados más alto, a lo que se sumaron la contracción histórica del PIB y los disturbios por la discriminación racial. Desde ahí la discusión se torna clave.
Si bien para algunos eliminar el nombre se convierte en invisibilizar las luchas individuales, se olvida que es en colectivo donde las agendas sociales se ganan y donde las individualidades se reivindican.
Para Efimovich Jvoschev, investigador ruso que revisa la naturaleza y esencia del activismo, se trata precisamente de que los cambios puedan ir de lo público a lo personal.
“El activismo social es una estrategia importante para lograr la participación en los cambios sociales. Puede ser determinante en la elaboración de políticas, pero también puede promover un cambio social al aportar elementos para la transformación individual”.
De tal manera que uno no se queda invisibilizado bajo una causa, sino que es a través de la actividad articulada intencional, de índole social o política, donde las luchas particulares y personales pueden encontrar un cauce.
Se han dado avances significativos. Es de alegrarse que nos dirijamos hacia una sociedad donde el concepto de activismo va mucho más allá de quienes lideran las causas contra la discriminación o por la agenda feminista y la lucha por los derechos humanos. Es necesario no caer en el juego de quienes buscan confundir haciéndonos creer que en las causas nos invisibilizamos.
La pandemia se controla si nos aislamos. La lucha por la igualdad solo se concreta si nos solidarizamos.
* Maestra en Artes y doctora en Educación. Coordinadora del Departamento de Artes y Humanidades del Centro de Investigación y Desarrollo de Educación Bilingüe UANL.
@saraiarriozola