En tiempos de redes un comediante puede ser cancelado por un chiste fuera de lugar, pero un “dictador” puede ser aplaudido si tiene un buen community manager.
Esto lo ha demostrado Nayin Bukele, el autodenominado “dictador mas cool del mundo”.
Tiene más de 15 millones de seguidores entre sus redes sociales (Tik Tok, Instagram y Twitter), donde sus medidas contra las maras que asolaban al país han sido aplaudidas, sin que se conozca en realidad qué implica el estado de excepción al que sometió al país desde hace meses y cómo lo ha prolongado indefinidamente.
La situación en El Salvador era insostenible. De acuerdo con Open Democracy “se afirma que las maras (que se originaron en Los Ángeles en los años 80 y se extendieron a Centroamérica tras la deportación de salvadoreños una década después) actúan en el 94% de los municipios del país”.
El asedio de las maras en el país no es desconocido para nadie. Cobro de piso, asesinatos, violaciones, entre muchos otros delitos. Esto fue posible gracias a décadas de impunidad, gobiernos debilitados ante la delincuencia y la descomposición del tejido social que dio pie a que niños y jóvenes aspiraran a ser “maras” y que encontraran su sentido de pertenencia dentro de las pandillas.
En este contexto es perfectamente entendible que quien fuese que se levantara con la bandera de aplacar el crimen y aplicara una sensación de seguridad, sería aplaudido. Y es así como Bukele se erigió como ese mesías, cobrando a revancha las acciones de las pandillas: “si matan inocentes no habrá un solo tiempo de comida en las cárceles” y planteando dilemas retóricos de “quién prefieren que coma pollo: los criminales o las infancias”, donde las respuestas por demás son obvias.
Lo que sería interesante cuestionar es qué más está haciendo el señor Bukele por reconstruir el tejido social dañado ahí donde las maras operaron. Donde históricamente las mujeres y las niñas han sufrido una vulnerabilidad mayor al ser violentadas sexualmente y tomadas como objeto de venganzas en muchas ocasiones. Y si bien existen mujeres en las pandillas, por lo general son en subordinación, aunque a últimas fechas es mas frecuente ver a mujeres en roles más activos en atracos violentos a los tradicionales de espiar, trasladar drogas, etcétera.
El informe Violentas y violentadas. Relaciones de género en las maras Salvatrucha y Barrio 18 en el triángulo norte de Centroamérica, que en 2013 publicó la organización Interpeace, señala factores como la desigualdad social, la violencia sexual, el maltrato infantil, la deserción escolar y el fácil acceso a las drogas.
Al parecer contra esos problemas no se ha emprendido una batalla tan feroz como la campaña mediática de encarcelar supuestos criminales. Se ha documentado en las redadas masivas que el simple hecho de vivir en una zona controlada por una pandilla convierte a una persona en delincuente. No se ha tratado de convertir la zona en un lugar seguro, sino que por el contrario, se acentúan los problemas que han caracterizado a esas zonas con altos niveles de marginación y abandono estatal histórico,
Al parecer es más sencillo ser justiciero que redentor. El pollo eliminado de las cárceles no ha llegado a las infancias en las calles, ni el estado ha reconstuido las zonas de pobreza. Los tiranos justos en realidad solo son… justos tiranos.