“La hija todavía pilla una gripe. ¿Has visto el escote que lleva?"
“Anda muy despechugada, peligro le dé una gripa”, es lo que en nuestra versión coloquial a la mexicana dijo el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, quien provocó una polémica a raíz de sus comentarios sobre el escote de una compatriota suya a la que encontró durante una visita a Canadá.
Lo que asombra es que es una de las diversas polémicas en las que el presidente portugués se ha visto envuelto. Todas ellas con, o más bien, contra mujeres.
Días antes Rebelo de Sousa estuvo en el huracán mediático cuando una mujer se sentó en un banco junto a él para hacerse una fotografía y éste le preguntó: "¿el banco aguanta?", en referencia a su sobrepeso. Previamente había calificado de "cuestión menor" el beso del hoy expresidente del futbol español Luis Rubiales a la jugadora Jenni Hermoso, en comparación con la guerra de Ucrania.
Y si bien no son pocos los que han lanzado críticas al presidente, algunas han sido más con un fin político que de molestia genuina. No obstante, uno podría respirar supuestamente con tranquilidad al ver las constantes y múltiples reacciones de enojo ante violentadores e incorrectos.
Pero esto es algo que poco se ha reflexionado en la era de los linchamientos y corrección política. Que si bien cada día las redes presumen de virtud, las realidades distan diametralmente de ello. Pues en un mundo donde todos se jactan de grandes virtudes, la actitud de Rebelo de Souza desenmascara una sociedad que se ha preocupado por una fachada progresista sin transformaciones de fondo.
Esto, solo por mencionar uno de muchos casos que nos evidencian. No es casualidad que el presidente portugués haya minimizado el hostigamiento de Rubiales. Si lo revisamos a fondo, él solo es la cara de miles de personas que no han entendido que los tocamientos sin consentimiento son violencias sexuales, que las opiniones de cuerpos ajenos sin ser requeridas son agresiones y que las microviolencias no existen, pues nombrarlas como tal es hacer concesiones con los agresores. Pues no hay violencia pequeña sino violencias cotidianas, normalizadas, interiorizadas.
Por ello, más que los hashtags en redes, nos encontramos que no solo es Rebelo ni Rubiales. Y antes de que se levanten los incendiarios que señalan con supuestas consignas ser la generación del cambio, la que no festeja chistes sexistas, ni acciones discriminatorias o que se lanzan furiosos contra el bodyshaming, se encuentran youtubers acusados de violaciones, cantantes como Lizzo denunciadas por las mismas causas que enarbolaban. Llenos masivos llevando al pináculo de la fama a reguetoneros con canciones llenas de misoginia y sexismo, con frases ante las cuales los dichos de Rebelo se excusan de insignificancia.
Toca preguntar: ¿realmente se ha transformado la sociedad? ¿O en el fondo somos los mismos violentadores, bullies, pero disfrazados de corrección?
Hoy si toca decir No es Rebelo, No es Rubiales... desgraciadamente #SomosTodos.