La sociedad y sus desigualdades son claras. Y si bien a últimas fechas hemos evidenciado cómo se manifiestan éstas por género, aun dentro de los iguales, hay unos “más iguales que otros”. Esto quedó constatado con la impartición de justicia para el actor estadunidense Cuba Gooding Jr., acusado de abuso sexual, en contraste con la muerte de Patrick Lyoya, de 26 años y originario de la República Democrática del Congo, quien fue victimado por un policía en Michigan.
Cuba Gooding Jr., quien fuera el ganador del Oscar en 1997 como mejor actor de reparto por su trabajo en la película "Jerry Maguire", se declaró culpable de un cargo de contacto forzoso en un caso penal que lo acusaba de violentar a tres mujeres diferentes en clubes nocturnos de Manhattan en 2018 y 2019, según Associated Press. No obstante, un total de 30 mujeres han afirmado haber sido agredidas sexualmente de distintas maneras por Gooding en hechos sucedidos durante más de una década, de acuerdo con la agencia Reuters. En agosto de 2020, Gooding también fue acusado en una demanda por violar a una mujer en 2013 en una habitación de hotel de la ciudad de Nueva York; el actor, como era de esperarse, ha negado las acusaciones.
A pesar de ello, no irá a la cárcel. Solamente fue obligado a tomar seis meses de terapia para después de ello poder cambiar su declaración de culpabilidad por un cargo menor.
“Pido disculpas por haber hecho a alguien sentirse indebidamente tocada”, dijo en referencia a la denuncia de la joven en 2019. ¡Como si el abuso sexual y tocamientos fuesen cuestión de percepción y no una violencia ejercida contra una persona!
Lejano parece el actor que hace unos años, en 2016, a raíz de su participación en la cinta sobre OJ Simpson, declaraba que era innegable que el sistema judicial estaba dañado pues la cantidad de afroamericanos e hispanos que están en prisión era por mucho mayor que la de hombres blancos. Hoy este sistema lo beneficia a él.
Irónicamente esto sucede a la par del asesinato de un hombre negro desarmado a manos de la policía en Michigan, cuyo único delito era ser del Congo, negro, y haber tenido un altercado vial con un policía en una zona residencial en Rapids Falls.
Un testigo lo resume: “Si peleas con un hombre blanco con un arma y eres negro en Estados Unidos, terminas muerto. Sé que es un hecho. No peleas con los blancos porque ellos terminarán por matarte."
Esto nos lleva a una discusión en torno al privilegio. El denominado “privilegio blanco” no está exclusivamente relacionado con el tono de piel. Son modelos que han sido repetidos incluso en las minorías. Es el privilegio de los poderosos, de aquellos que han logrado alcanzar la cima y han utilizado las ventajas del poder económico para no vivir en la misma intersección de opresión que la raza o género que por default creeríamos les correspondería. Si bien la raza y género sí influyen en ser vulnerables, no es igual para todos. Y el triunfo de las agendas de derechos humanos e igualdad dependerá en gran manera de comprender esto. Puede haber opresores coexistiendo con los oprimidos y sacando ventajas de las acciones afirmativas. El privilegio existe, sí. Pero no solo la piel o el genero lo determina. Pero esta plática, aun no estamos listos para sostenerla.
En una de las escenas más recordadas de “Jerry Maguire”, el personaje de Cuba Gooding Jr. obliga al personaje interpretado por Tom Cruise a repetir las frases “Muéstrame el dinero” y “Amo a la gente negra” como condiciones para renovar su contrato. Suena a metáfora, aunque es anécdota.
Sarai Aguilar Arriozola*
@saraiarriozola
*Doctora en Educación y Maestra en Artes